El principal aeropuerto de Toronto está a unos 30 kilómetros del centro de la ciudad. Es el Lester B. Pearson, incrustado en el municipio de Mississauga (700.000 habitantes, la mayor ciudad dormitorio del mundo, dicen). El aeródromo es un gigantesco entramado de hierro, cristal y cemento con cinco pistas al que Calderón debería encaminar sus pasos para no volver, excepto de visita con el que sea su nuevo equipo. Y es que a nuestro hombre en la NBA le ha llegado el momento de tomar una trascendente decisión: marcharse sin dudar de los Raptors --supongo que habrá una fórmula para que renuncien a retenerle igualándole la mejor oferta--, donde ha tocado techo y no ha recibido el cariño ni el trato que ha merecido su excelso rendimiento estos tres años de aventura.Vale que como rookie todo fuesen reticencias que él se ha encargado de desmentir con contudencia: que si no tenía tiro exterior, que si no sabía inglés, que si le podían los partidos importantes... Y el hecho de jugar, viajar, jugar, viajar... Creo que de Mike James, el jugador que entonces le cerraba el paso, aprendió que en la NBA hay que ser autosuficiente en su posición y jugar para ti mismo al mismo tiempo que haces jugar a los demás.¿Que Toronto apostó hace un par de temporadas por TJ Ford? Que "se coman" al velocísimo pero egoísta base norteamericano. Jose ha dado suficientes muestras de generosidad e implicación como para que ahora alguien pueda reprocharle que busque otros aires. Algunos detalles del entrenador, Sam Mitchell, embutido en sus carísimos trajes, claman al cielo. Un tipo que confesó sin rubor que no había visto ningún partido del último Eurobasket y que solo ha dado su confianza (nunca plena) a su mejor base cuando las numerosas lesiones de Ford le han obligado. Últimamente se le han visto sus carencias tácticas y una misteriosa vocación de experimentar cuando más se jugaba su equipo en los play Foz.Y si Calde se queda, deberá hacerlo con la promesa ineludible de que va a ser el director de juego titular, el hombre que imprima el ritmo del equipo, el que lo marque con su personalidad. Que no firme repartir los minutos "24-24" con Ford, como ha pasado en la parte final de la temporada, solo por no soliviantar el delicado ego de su compañero.Sabe que debe ser el base principal de un equipo importante, como Cleveland, Orlando, Miami o incluso los Knicks, todos necesitados de buenos point guards. En cualquiera de los dos equipos de Florida estará como en casa. O en Nueva York, la capital del mundo, donde andan ansiosos de alguien que lleve con criterio el timón. Si no se va, puede quedarse estancado como le pasó a Pau Gasol en Memphis. En Toronto no podrá aspirar nunca a lo que más le gusta (muy por encima del dinero): ganar títulos. Todos saben que es difícil que los grandes jugadores yankees escojan cuando estén libres al único equipo de Canadá, donde se pagan más impuestos y se vive de otra manera muy distinta. No peor, pero sí distinta. El utópico y europeizado proyecto Raptor tiene un tope claro.Por lo poco que le conozco, estoy convencido de que hará lo mejor para su futuro, aunque no todo dependa de él. Siempre toma las decisiones adecuadas, tanto dentro como fuera de la pista. Suerte.