Sobre la bici, a 50 kilómetros por hora, Alberto Contador solo escuchaba el tremendo griterío de las calles de Utrecht, centenares de miles de holandeses entregados a un Tour 2015 que se estrenó con una intensidad extraordinaria y que sirvió para comprobar la aparente igualdad entre los cuatro magníficos y la soberbia velocidad del corredor australiano Rohan Dennis. Se vistió de amarillo al batir con 55,4 kilómetros por hora el récord de la contrarreloj más rápida en la historia de la grande boucle .

Entregado y asfixiado por el calor, Contador notaba que no era un día de buenas sensaciones. Pero no podía desfallecer porque Chris Froome había partido solo un minuto después que él y ser doblado habría sido algo más que una humillación. No se sentía cómodo y le pesaba el soberbio tiempo de Dennis. Todos iban muy rápido por unas calles calurosas donde la brisa apenas servía para refrescarse. En carrera era imposible llevar los chalecos con hielo que muchos corredores se colocaron mientras entrenaban sobre el rodillo, un alivio ante las altas temperaturas.

"Las sensaciones no eran muy buenas, por lo que decidí regularme. Al llegar me enteré de los tiempos de mis rivales y me animé al comprobar que no habían sido mucho mejores que el mío", dijo Contador. Ayer era día peligroso, quizá junto al pavés del martes, el territorio más esquivo para el corredor madrileño, que temía algo que no pasó. Froome no fue tan fiero como se podía intuir. Lejos de sus majestuosas contrarrelojes de otros tiempos, bajó al reino de los mortales y solo fue siete segundos mejor que Contador. ¿Igualdad entre ellos? O como dijo Nairo Quintana, solo tres segundos peor que Contador, el británico no está tan fino como algunos creen.

CUMPLIO, SIN MAS Contador cumplió. Sin más. Ni bien, ni mal. El necesita contrarrelojes más largas y menos agresivas con el llano; que sean más duras, con repechos y hasta con algún puerto entre medio. Lo de agachar la cabeza, colocar prácticamente un piñón fijo y lanzarse como un obús hacia la meta no va con él. Como tampoco forma parte del ideario ciclista de Quintana. Por eso, ayer, en Utrecht --en el trópico de Holanda, más cerca de los 40 que de los 30 grados, con esta inusual ola de calor que azota a buena parte de Europa--, extrañó no encontrar a un Froome que seguramente desaprovechó la ocasión de distanciar al resto de magníficos . Y le sucedió a él, que se había convertido en el más protestón del cuarteto al lamentar la falta de kilómetros contrarreloj en este Tour. En el terreno individual ya no habrá más etapas de la especialidad. Lo nunca visto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

EL HOMBRE DE HIELO Nibali, el mismo que entrenaba sobre el rodillo cargado de hielo para aliviar el calor fue el mejor magnífico . Froome quedó siete segundos por detrás; Contador, 15, y Quintana, 18. Tiempo insignificante, pero de una claridad sobresaliente. El Tiburón está muy fuerte. Nibali se ha pasado todo el año escondiendo las cartas mientras Contador, Quintana y Froome peleaban por ganar otras carreras.

Valverde se sintió en los tiempos de los magníficos y Purito Rodríguez solo pudo constatar, sin hacer una mala etapa, que las contrarrelojes no han sido diseñadas para él. Ojo al viento de hoy por Holanda.