Cuando era un niño me encantaban las películas del oeste, esas en las que los vaqueros peleaban contra forajidos o los temidos indios y se convertían en héroes. A esa edad sentía fascinación por todo lo que fuera americano. Con el paso de los años, el destino quiso que me dedicara a una profesión que me encantaba y en la que he tenido que relacionarme con muchos deportistas norteamericanos y empecé mi particular película del oeste. He vivido multitud de situaciones anecdóticas con este tipo de jugadores, tantas como para escribir un libro.

Lo primero que hay que decir es que cuando se habla de un colectivo, se corre el riesgo de generalizar y meter a todos en el mismo saco, pero tras el último episodio protagonizado por Newble es inevitable hacer referencia a estos jugadores. Salvo en contadas ocasiones, el profesional americano viene a Europa, en muchos casos, con un desconocimiento total del país al que llegan. Para ellos el ´viejo continente´ es todo lo mismo, siendo Rusia igual a España. Suelen ser jugadores caprichosos que rara vez tratan de acostumbrarse al estilo de vida del país de destino, sino más bien al contrario, tratan de imponer su estilo de vida allá donde van (sus horarios, comidas, idioma, etc.). Están acostumbrados a que se les de lo que piden, y que haya gente pendiente de sus necesidades a cualquier hora. El que es capaz de adaptarse a la cultura europea, acaba haciendo carrera aquí muchos años (Wideman, Middleton, etc.).

En lo referente al baloncesto, son jugadores que vienen a mejorar el nivel del equipo, proporcionando un salto de calidad al mismo. Siempre he pensado que una de las claves del éxito de un equipo radica en hacer que los jugadores americanos se sientan parte del grupo, que sean uno más y no vayan a su aire. Son jugadores muy importantes y hay que intentar que estén lo más centrados posible en el juego, dejando de lado las cuestiones extra deportivas, pero siempre hasta un punto.

Parece ser que Newble sobrepasó ese punto permisible, escribiendo un capitulo más de esta película del oeste particular, en la que los vaqueros no siempre son los buenos.