José Antonio, su padre, abandonaba llorando el Metropolitano de Madrid. Iba emocionado, tanto o más incluso que Andrés Iniesta, su hijo, quien se derrumbó cuando Valverde le quitó de la final con un esplendoroso 0-5 iluminando los modernos marcadores. Abandonó el césped tras completar una monumental y majestuosa final, que perdurará para siempre como una de sus lecciones magistrales. En un rincón de la grada culé del Metropolitano estaba, Xavi, el capitán del triplete del 2015, tan emocionado como José Antonio o Andrés, sin poder ocultar el orgullo que sentía porque su Barça había vuelto a ser reconocible.

Allí, sepultado entre miles de enloquecidos culés, Xavi asistía feliz al penúltimo abrazo de Leo con Andrés justo después del 0-4, el gol que retrata a una inigualable generación de jugadores. No hace ni tres años los estaban juntos en la final de la Champions de Berlín, el último título europeo del Barça. Ahora, en cambio, el dolor de Roma impidió un final igual para el actual capitán azulgrana, pero la noche del Metropolitano será recordada por los siglos de los siglos. «Claro que se me ha escapado alguna lágrima», confesó después Iniesta, aún en las entrañas del estadio rojiblanco. ¡Cómo para no llorar después de que el fútbol le devolviera lo que tanto quiso!

«UNA DECISIÓN PERSONAL» / Acunado por Ter Stegen en el banquillo, después de ser abrazado por Messi en el césped y por Valverde a pie de campo, Iniesta se derrumbó. Lleva tiempo preparando su adiós y, además, preparándose él mismo. Pero hay situaciones que desbordan cualquier previsión. «Esta semana diré cual es mi decisión», afirmó el capitán intentando mantener un secreto que poco tiene ya de secreto. «Está un poco clara, pero vamos a ver... Estoy muy feliz de que la afición del Sevilla me haya ovacionado. Es increíble tener el cariño de la gente, es un sentimiento que se te clava muy dentro. Es algo muy especial», admitió.

Pero tanto y tanto cariño no modificarán su idea inicial. «En unos días haré pública mi decisión», recordó Iniesta en alusión a que antes del 30 de abril tiene que anunciar lo que ya todos saben: que se va a China los próximos tres años después de haber permanecido durante 16 temporadas en el Camp Nou. Debutó en Brujas con Van Gaal (2002) y se irá siendo titular indiscutible del Barça y de la España de Lopetegui, aspirante a todo en el próximo Mundial de Rusia. «Andrés está a un nivel espectacular», recalcó Busquets, uno de los mejores amigos que tiene en el vestuario. «Con esa calidad que tiene puede jugar 10 años más», dijo.

Se irá, como recordó Busi, tras «merecer el derecho a decidir». Un derecho que ejercerá esta misma semana para llegar así con todo resuelto al Mundial. Y un brillante doblete en la mano. «Son muchas emociones, muchos sentimientos, muchos años.... Esa sensación de poder ganar la Liga y la Copa no nos la puede quitar nadie», admitió el capitán sin poder siquiera acabar la frase.

«VENTE AL BETIS» / «Iniesta, por favor, no te vayas a China, vente al Betis!!», le escribió Quique Setién, el técnico verdiblanco, en su cuenta de Twitter, entregado a la magia que irradió el capitán azulgrana en el Metropolitano. Pero él ya dejó dicho hace bastante tiempo que jamás jugaría en un equipo que se enfrentara al Barça. Se va a China en busca de un horizonte deportivo mucho más relajado, además de la conquista de un contrato económico extraordinario. Se va, en realidad, porque hace tiempo que decidió irse. Pero eligiendo siempre Iniesta cuándo y cómo. ¿Cuándo? Dentro de unos días. ¿Cómo? Desde lo más alto, siendo pieza valiosa en un equipo que está a punto de conseguir un doblete y elemento imprescindible en la esperanzadora selección española.

«Tengo 34 años, soy maduro para tomar la decisión. Quiero quedarme con todo lo que he vivido en la final de Copa. Ha sido un partido redondo por la sensación de hambre que ha transmitido el equipo», dijo.

Redondo resultó para el Barça darle a la Copa, y con una final maravillosa, la condición de soberbio prólogo a la conquista de la Liga. Redonda resultó también la noche para Iniesta, saludado por todos como el verdadero héroe. Incluso por Messi, que esperó paciente su turno para rendir un emotivo homenaje a su amigo Andrés.

Xavi, ahora en Madrid enredado entre libros estudiando el curso de entrenadores con tiempo, se escapó el sábado al Metropolitano para disfrutar de sus dos viejos compinches. Felices los tres de ver a su Barça.