El 15 de mayo de 1974, Miguel Reina Santos jugó la final de la Copa de Europa en Bruselas. Defendía la portería del Atlético de Madrid. Un gol en el último minuto de Schwarzenbeck, central del Bayern de Múnich, igualó el gol que había conseguido Luis Aragonés. Dos días más tarde se disputó el partido de desempate y el once alemán ganó por 4-0. El 23 de mayo del 2007, es decir, mañana, José Miguel Reina Páez buscará el trofeo que se les escapó a su padre por los pelos y llenar ese vacío que hay en la casa familiar.

Será el quinto caso de padre e hijo que han tenido el privilegio de disputar la final más preciada de los torneos de club, la segunda española, después de Manuel y Manolo Sanchis. A los Reina les precedieron los portugueses José y Rui Aguas, los holandeses Johan y Jordi Cruyff y los italianos Cesare y Paolo Maldini. El capitán del Milan participará en su octava finalísima.

Miguel, el padre, también está en Atenas. No puede eludir la cita, aun sabiendo que pasará un mal rato desde la tribuna sufriendo por su hijo. "Los nervios se pasan en el debut, cuando eres un niño, o cuando te casas, pero no cuando llevas más de 200 partidos en Primera. Las finales son para disfrutarlas", dice el progenitor, que recuerda con una "enorme satisfacción" su experiencia de hace 33 años. "El desempate fue una ruina. El Bayern era la selección alemana campeona del mundo en 1974", recuerda.

"Nunca hemos hablado de ese partido, en casa solemos hablar de asuntos extradeportivos", dice José Manuel, Pepe. El no había nacido. Es el único de cinco hermanos que ha seguido la estela del padre.

"A mi hijo le he dado dos consejos: que sea buen compañero y que durante el partido solo esté pendiente del balón", cuenta el padre, que no ve ninguna similitud más entre él --"yo era un palomitero"-- y su vástago. "Es un tío que llena el área con su presencia. Es un porterazo, y no lo digo como padre, sino porque entiendo de esto".Coinciden en la influencia de un guardameta en los penaltis. "Nadie tiene una especial habilidad, porque un penalti bien chutado es imposible de parar. Influye más el prepararse o estudiar a los rivales",

afirma el meta.