No es muy agradable coincidir con Bjarne Riis a la hora del desayuno en un hotel de los Alpes. Carlos Sastre, en cambio, saluda y asegura que ha dormido a pierna suelta mientras devora unos cereales sumergidos en la leche. En cambio, a Riis se le dan los buenos días en tres idiomas diferentes: castellano, francés e inglés. Ni levanta la vista. "Es su costumbre. Nosotros ya no le hacemos ni caso", confiesa un miembro de su equipo.

Pongamos, para ser buenos con él, que la falta de educación viene dada porque el técnico danés, director del CSC, vencedor del Tour de 1996, el que perdió Miguel Induráin en su afán por un sexto triunfo en París, mientras desayuna maquina cómo afrontar la estrategia de la etapa, de una jornada alpina, la tercera y última, en la que su jefe de filas y segundo de la general, Sastre, tiene grandes opciones de conseguir el jersey amarillo que ahora tiene Oscar Pereiro.

Pereiro, en cambio, solo exterioriza alegría en el apartamento que comparte con el ruso Vladimir Karpets --qué desastre de Tour el que está haciendo--. Sigue en una nube. Hasta parece que no esté preocupado ante la esperada última batalla en los Alpes. Casualidad o no, Floyd Landis, duerme en el mismo complejo. La noche anterior han cenado en una improvisada carpa. Apenas unos centímetros separaban ambas mesas. Landis ha tenido que tragarse el orgullo y escuchar los brindis con champán de los componentes del equipo Caisse d´´Epargne.

Situados en carrera

Ahora los tenemos a todos en carrera. Landis va fugado. Se refresca continuamente con agua. Se lanza chorros sobre la cabeza y sobre la espalda. Sobre el asfalto, la temperatura alcanza los 37 grados. "Pero él trata con agua fresca de mantener una sensación como si estuviera a 20 grados centígrados", cuenta su director, Juan Fernández, el mismo que tras entregarle 30 botellines pierde la cuenta, el mismo que se frota las manos. "No entiendo, no entiendo nada, no entiendo como nadie ayuda a Pereiro". No lo entiende, pero lo festeja.

Eusebio Unzué también se desespera en su coche. Trata de controlar la escapada de Landis. Habla continuamente con Pereiro a través del auricular que el gallego lleva en la oreja. Serenidad, por un lado; coraje, por otro. Qué difícil está la situación. Pereiro cuenta con dos compañeros, Xabier Zandio y David Arroyo. Ambos se entregan en cuerpo y alma. No pueden con Landis.

Entre Riis y Unzué tampoco hay un gran diálogo. El técnico navarro, que lleva el coche número uno, se coloca junto al vehículo número dos, el de Riis. Por la ventanilla le hace un gesto con los dedos. Le está pidiendo que ponga a un ciclista a tirar, a uno solo, que lleva a seis, a uno solo, que no pasa nada, que Landis ya está a más de siete minutos. Riis también mueve la cabeza negativamente. No hay nada que hacer.

Termina el descenso de La Colombi¨re. Solo queda la gran dificultad de la Joux Plane. Zandio ya está fundido, pero quiere reincorporarse al frente del pelotón. Entonces Pereiro se harta y grita. Es un chillido desesperado: "¡El que quiera ganar el Tour, que tire! Vosotros parad". El pelotón se frena. El CSC pasa por fin a la acción. Pero ya es demasiado tarde.