Han sido muchos los grupos inversores que han querido desembarcar en el fútbol extremeño en las últimas fechas, pero hay cuatro casos muy claros del presente siglo XXI que se quedaron en castillos en el aire, sin fundamento ni realidad.

El más lejano ocurrió en verano de 2008, cuando el empresario catalán de origen cordobés, Miguel Ángel Verdejo, se comprometió a poner encima de la mesa 200.000 euros para subir a La Estrella a Segunda B. Aquello fue el inicio de la debacle de la histórica Yeyi, que ese verano hizo un súper equipo liderado por gente como Chicote o Víctor Moriano. De un día para otro, Verdejo desapareció. La directiva rojilla anunció que lo llevaría a los tribunales, pero los documentos firmados no tenían sustento para ello.

En verano de 2010 fue el Cerro de Reyes el que anunció la llegada de los hermanos Presa junto a un grupo de inversores italianos, cuyo testigo fue cedido por Antonio Olivera ‘Cachola’. Aquel 28 de julio se anunciaron varios fichajes e incluso una pretemporada en Sierra Nevada. Seis meses después, el club era descalificado de Segunda B por doble incomparacencia. El equipo acabó desapareciendo.

La historia se repitió un año después con el Sporting Villanueva Promesas, cuyo ascenso a Segunda B fue un boom para el fútbol regional. La familia Pérez Hurtado, gestores de toda la vida, anunció la llegada de un grupo inversor que nunca dio la cara. Vivió el fútbol extremeño uno de los episodios más lamentables de los que se recuerdan, con jugadores durmiendo en los vestuarios durante más de 20 días, el ayuntamiento dando de comer a los jugadores y la AFE poniendo dinero para darles de desayuno y cena. El Sporting también tuvo que retirarse y desapareció.

Lo más reciente fue el intento de compra del Cacereño por la empresaria mexicana Ana María Macías, que después de enamorarse de Cáceres, un día inesperado desapareció.