Esta semana voy a volver a hablar de algo por experiencia propia. Hace un par de años, cunando tuve un par de sustos corriendo, lo primero que hice antes de ir a correr fue ir al cardiólogo y hacerme una prueba de esfuerzo. Le llaman así, aunque realmente no te ponen al límite. Sencillamente tratan de averiguar si tienes alguna cardiopatía que haga incompatible el deporte con tu corazón. Pero poca información más.

Yo había oído hablar de las pruebas de esfuerzo para el cálculo del VO2MAX, que es la cantidad máxima de oxígeno que el organismo puede absorber por unidad de tiempo, y como son este tipo de pruebas las que te pone ante tu propias limitaciones y te ayuda definitivamente a dar el salto deportivo, porque aunque son variables con mucha componente hereditaria, también se pueden mejorar con el entrenamiento apropiado.

A buscar

Así que, ni corto ni perezoso, me puse a buscar hasta que encontré que una eminencia y su equipo hacen las pruebas de esfuerzo a deportistas en la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Extremadura en Cáceres.

Concretamente, se trata del laboratorio de Fisiología del ejercicio dirigido por el doctor Marcos Maynar, como decía antes una eminencia, y en el que trabajan doctorandos como Francisco Javier Grijota.

Tras reservar mi hora por teléfono, llegué y lo primero a lo que te someten es a un completísimo, y cuando digo completísimo es que nunca me habían hecho uno igual, reconocimiento médico. Electro, pruebas de felxibilidad, medidas de plieges, de articulaciones, de peso y altura , tensión, etc,etc-todo para asegurarse que a priori no tienes problemas físicos evidentes que te impidan hacer la prueba.

Y ya en la cinta, empiezas a calentar y además de los electrodos en el pecho, te sitúan en la cara una especie de mascarilla para la medición de oxígeno durante el ejercicio.

Así, tras un calentamiento de unos 10 minutos a ritmo suave para subir un poco pulsaciones y coger ritmo, empieza la prueba tal cual está configurada. Es muy sencilla, se trata de empezar a correr a 7 Kms/h, ritmo que se incrementa automáticamente cada dos minutos en 1 Km/h.

El final

La prueba acaba cuando ya no puedes más y levantas la mano, en mi caso el límite estuvo en un ritmo de 3,30min/km (sobre los 17 kilometros/hora), y ahí se acabó, aunque sigues con todo el equipo puesto, unos minutos más para calcular tu recuperación y ver como eres capaz de bajar pulsaciones.

Como decía al principio, se trata de una prueba fundamental para cualquier persona que desee hacer deporte, pero más aún para los que semana sí y semana también corremos carreras populares a lo largo y ancho de la geografía extremeña y española.

En muchos sitios pruebas de este tipo comienzan a ser obligatorias para inscribirse en las carreras, y no es por siempre capricho, porque cualquier lesión coronaria o del aparato respiratorio importante que tengas va a salir reflejada en un estudio de este tipo.

La prueba de esfuerzo nos sitúa ante nuestro umbral máximo de aguante, marca los índices aeróbicos y anaeróbicos de nuestro organismo y nos ayudará a entrenar mejor.

Tras realizar la prueba de esfuerzo al día siguiente recibí por mail los resultados de la prueba, con multitud de recomendaciones por parte de los médicos que me la realizaron para mejorar mi condición física y para trabajar la mejora de mi VO2MAX, pero sobre todo con un APTO al final del mismo que tranquiliza a los que como yo solemos hacer deporte continuamente.

El debate que debemos plantear es la olbigatoriedad o no de este tipo de pruebas para poder participar en las carreras en las que participamos. Cierto que todas carreras las tienen la obligación de contratar un seguro-pero para que valen estos seguros si tienes un problema físico? ¿No es mejor prevenir?

No tenía opinión formada, en realidad sí, las pruebas hechas no me parecía que ayudaran a descartar enfermedades, si acaso las coronarias graves, pero la verdadera prueba de esfuerzo de un deportista, la que me hicieron en la facultad, esa me pareció que es justo lo que los deportistas necesitamos para correr con seguridad y sobre todo para controlar estado de forma y si el entrenamiento está siendo eficiente o no.

Además, los 60 euros que cuesta la la prueba es bastante menos de lo que cuesta cualquier par de zapatillas o mucha de la ropa que utilizamos para correr. No es una prueba que sea al final muy costosa y el beneficio es mucho mayor, en mi opinión.