Tiger Woods, por fin, logró su deseado trueque verbal en el Masters de Augusta y cambió sexo por solo golf. Pisó ayer el tee del hoyo 1 sonriente. Su caddie , Steve Williams, ya tenía preparado algún chascarrillo entre sus notas para quitar peso específico al instante.

Woods lanzó la misma mirada de reojo de siempre al posible lugar de aterrizaje de su bola. La mirada asesina , la que tantos éxitos le ha reportado. Pegó duro al drive , como siempre. Atrapó la calle sin problemas. La ovación le acompañó en su camino hacia su bola, hacia una nueva vida. Augusta perdonó al golfista que ha ganado ya cuatro Chaquetas Verdes y catorce ´Grandes´, pero que no vence en este torneo desde 2005. A la altura del hoyo 10 acreditaba un buen -3.