Hubo un día, ya lejano, en el que Alberto Contador subió por primera vez al autobús aparcado junto a la meta del Tour donde se entrevista al ganador de la etapa y al líder de la carrera. Era su primera etapa de amarillo en la ronda francesa (Castelsarrasin, 27 de julio del 2007). Buscaba caras conocidas de periodistas españoles y les pedía que fueran ellos los que le preguntaran. Al joven Contador, inexperto todavía en vestir de líder en las grandes rondas, le imponía la presencia de la prensa extranjera en otro año de Tour movido. Contador se puso al frente de la general después de que Michael Rasmussen, el líder que tenía la prueba sentenciada, huyese por la cocina de un hotel de Pau angustiado por las acusaciones de dopaje.

Otra cocina, también en la ciudad de Pau, fue la desencadenante de la historia más perturbadora en la vida de Contador. A Paco Olaya, el cocinero del equipo Astana, no le gustó el trato que le daban en el hotel ni la calidad de la comida por lo que le encargó a José Luis López Cerrón, hoy presidente de la Federación Española de Ciclismo, de viaje hacia el Tour, que buscase una carnicería y comprase un solomillo. Se detuvo en Irún... y allí comenzó todo.

Defensa con energía

Contador siempre ha defendido su inocencia en un controvertido positivo por clembuterol, que marcó su carrera. «Los meses siguientes fueron muy duros. Yo siempre estuve a su lado, entrenando sin parar por Madrid, porque él quería volver a lo grande. Y bien que lo consiguió. Regresó en la Vuelta del 2012, que ganó con el que para mí ha sido el día más glorioso como ciclista; el ataque de Fuente Dé». Jesús Hernández, autor de esta cita, habla con pasión de Contador.

A Fuente Dé, en Cantabria, llegó la Vuelta 2012, tras la jornada de descanso y con Purito Rodríguez como líder y casi con la sensación de que ya tenía amarrada la victoria. Era una supuesta etapa de transición, pero Contador, por sorpresa, atacó al corredor catalán a más de 50 kilómetros de la llegada. Se presentó en solitario y logró un triunfo para la historia de la Vuelta.

Contador se retira mañana en Madrid. Ya no habrá más ataques locos, imposibles para otros, la del ciclista que ha hecho de su lema «querer es poder» una religión ciclista. «Ha sido uno de mis grandes rivales en mi carrera deportiva; un ciclista que siempre ha arriesgado logrando a veces los frutos y en otras, no», afirma Chris Froome, a quien Contador consiguió derrotar en el mano a mano que ambos corredores protagonizaron en la Vuelta 2014. En el Tour, sobre todo por las caídas de un Contador que desgraciadamente siempre se ha ido al suelo desde el 2013, nunca se ha podido ver ni se verá nunca más el duelo entre ambos.

Contador se retira mañana con el hito de ser uno de los pocos ciclistas de la historia que han conseguido ganar las tres grandes, al igual que Jacques Anquetil, Felice Gimondi, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Vincenzo Nibali. Oficialmente lo contemplan dos triunfos en el Tour, tres en la Vuelta y dos en el Giro, aunque él y su entorno anotan también las victorias del Tour 2010 y el Giro 2011, anuladas por el TAS en el 2012.

«Gracias, Alberto», ha sido como un grito que ha recorrido su última Vuelta, en la que Contador se ha convertido en el gran animador. «Gracias, Alberto», ha sido el texto que se ha escrito en centenares de pancartas colgadas en todas partes. Mañana se retira el segundo mejor ciclista español de todos los tiempos tras Miguel Induráin. Sus ataques, muchas veces como una bendita locura, se echarán en falta. Nunca más habrá otro Contador.