Aquí en Corinto no tienes más apoyo que el mío, nada queda de tu pasado dominio. Me queda Medea, y en Medea está el alma de la tierra, el fuego, el hierro, la humedad silenciosa de los bosques y el aullido de las bestias salvajes". Ante la presencia de una robusta encina, árbol sagrado milenario y símbolo de la fuerza y solidez, la tan esperada Medea de Ana Belén se debatía ayer con su nodriza (Consuelo Trujillo) entre los pormenores de su apasionada vida ante el público asistente al estreno inaugural de la 61 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida en el Teatro Romano.

Con una escenografía poderosa y una potente ambientación gracias al uso de la tecnología del mapping , que permitía proyectar imágenes sobre el frente escénico relacionadas con el relato y para ayudar a contextualizarlo, la obra que dirige José Carlos Plaza captó la atención del graderío que acudió a presenciar la nueva puesta en escena de la tragedia más representada en toda la historia del festival. En esta ocasión, y dejando atrás las inolvidables medeas de Margarita Xirgu, Nuria Espert o Blanca Portillo, Ana Belén derrochó fuerza interpretativa y energía sobre las tablas del teatro romano.

El mito de Medea, que tras sentirse traicionada por su pueblo y por su marido, Jasón, llega al extremo de matar a su propios hijos para vengarse, regresa un año más al certamen teatral emeritense y estará en cartel hasta el próximo 5 de julio. El escritor y dramaturgo Vicente Molina Moix firma el texto de este espectáculo, que se mueve entre el sueño heroico y la crudeza intemporal de una crisis de pareja hecha de intereses, miedos y amor violentamente defraudados. La interpretación de Molina Foix introduce elementos nuevos dando a los personajes de la nodriza, el preceptor y Creonte unos perfiles cómicos y grotescos que no faltaban en la tragedia grecolatina. Todo ello puesto en escena de forma atractiva y audiovisual, junto con un vestuario que se empapa del corte clásico y una decoración sobria y cuidada. Asimismo, las originales piezas musicales de Mariano Díaz aderezaron el montaje.

"Medea llega a nosotros como un mito. El mito del desequilibrio. En Medea se rompe el equilibrio que los valores occidentales plantean entre el mundo femenino y el masculino", señalaba el director de la obra sobre su forma de entender al personaje, una de las mujeres trágicas por excelencia del mundo clásico.

Sobre la arena del teatro romano desfiló un reparto de actores de altura como Adolfo Fernández, en el papel de Jasón; Consuelo Trujillo, en el de la nodriza; Luis Rallo como Preceptor y ayo; Poika Matute, en el de Creonte; Alberto Berzal y Olga Rodríguez como corifeos; Leticia Etala como Preusa; y Horacio Colomé como Jasón joven. Un niño y una niña representaron a los hijos de Medea, una Medea que en la piel de Ana Belén hechizó hasta a las milenarias piedras del teatro.