Es poeta necesario que se ha dolido y se deslee. Sus palabras son como puñales de ironía...". Así define Víctor Chamorro a Jonás Sánchez Pedrero en el prólogo de su libro ‡'59 mentiras', y es que Jonás es un exigente de la palabra. "Si elegimos la lectura frente a otras formas de perder le tiempo --la vida es eso-- debemos ser exigentes", confiesa. Lo conocí en Baños de Montemayor, cuando me entregó un premio de relatos cortos por 'La leyenda de la guadaña oxidada' y desde entonces he seguido con amistosa atención la trayectoria de este poeta de 33 años, de origen madrileño aunque lleve muchos años afincado en el Ambroz. Su primera obra editada fue 'Vísceras' (2005), y entre sus galardones literarios se encuentra el Ciudad de Mérida de Relatos, el Helénides de Salamina y el Teatro "Calamonte Joven". Actualmente trabaja en una obra a cuatro manos con su mentor, Víctor Chamorro, y entrena la metáfora en su "blog clausurado", donde se encuentran algunas de las reflexiones literarias recogidas en su último libro, sumándose a la generación de escritores que usa las nuevas tecnologías como cincel donde parir sus obras, tal vez por genética de su padre, el escultor Pedro Sánchez.

--¿Qué te aporta la escritura?

--La escritura para mí es una necesidad ante la imposibilidad de poder hablar. La pregunta no es qué decir, si no a quién.

--¿Escribir debe ser una herramienta de lucha social?

--Escribir no admite el imperativo. Como en la vida es preferible la honestidad paso previo a la exigencia que inevitablemente desemboca en compromiso "que en la calle son actos".

--Manifiestas en tu blog que "la tibieza es la violencia arrolladora de las crueles mayorías", ¿la justicia social exige entonces una respuesta más enérgica?

--Naturalmente. Pero no en las procesiones laicas de la pancarta, si no en el día a día que es el cara a cara de los ojos.

--Dices también en otra de tus anotaciones que "la madurez debe ser el olvido de los calendarios", ¿consideras que la felicidad estriba en no mirar jamás al reloj?

--"¿Feliz? ¿Pero por quién me ha tomado?", que diría Fernán Gómez. La felicidad es imposible, sólo se puede una alegría que dura lo que dura el entusiasmo, ese momento.

--¿Disfrutar es lo contrario de entender?

--Por supuesto. Como entretener lo contrario de divertir, lírica lo contrario de estética y así sucesivamente. Vivimos en la sinonimia, eufemismo del engaño. Nada es lo mismo.

¿Los premios literarios son un termómetro de la calidad de un escritor?

--Los premios no son de fiar: cada año se los dan a uno. Tendrían más sentido con jurados de meritaje literario y no industrial.

--¿Teorizar sobre el duende en el diccionario es acabar con el duende?

--Claro. Hay que leer más a García Lorca y menos a Harold Bloom.

--Una anécdota divertida

--En el Monasterio de Yuste un cartel advertía "el derecho de admisión" a aquellos que no llevasen ropa "religiosamente aceptable‡". Entre corbatas de coche oficial y escapularios casi me niegan el acceso a recoger mi accésit de relato pertrechado de muletas (escayola) y sudadera ska con chandal rosa.

--¿El escritor debe estar al margen de la política o la escritura puede ser un arma de compromiso político?

--Existir es pensar y pensar es comprometerse que decía Bergamín. El escritor tiene que escribir bien y no mirar de qué, como hacía Josep Pla. Lo que pasa es que somos las palabras que tenemos y ahí se dice dónde está cada uno. Política es abrir un ojo.

--Un recuerdo de la infancia.

--Cuando mi padre me regaló un poema por mi cumpleaños y me cambió/jodió la vida.

--Un viaje inolvidable.

--De Fez a Chaouen por el atlas montañoso de Ketama (no digo más), en un Mercedes tanque del técnico de sonido Pablo Gadea, al que había que echar agua cada 10 kilómetros.

--Un lugar donde reposar para siempre.

--En el mirador de la estación de Baños de Montemayor, mientras canto con la Duodeno Band.

--Un escritor en el que reflejarse.

--Me veo reflejado en un cristal esperpéntico con Alfred Jarry, Machado, Bergamín, Krahe, Umbral y Víctor Chamorro.

--Una reflexión ante la vida.

--La vida es una cosa pesada que consiste en ir tirando.