El colegio concertado Nuestra Señora de Montserrat, de Cerdanyola del Vallès, ha sido condenada a indemnizar a un alumno con 50.770 euros por el acoso homófobo que de forma continuada recibió durante cuatro cursos. "El centro escolar disponía de datos y observaciones que suficiente y debidamente analizados podían haber permitido prever y corregir los comportamientos de acosos que se produjeron a lo largo de los cursos", determina la sentencia del juzgado.

El alumno llegó a la escuela en 2004, y tan solo un año después comenzó a sufrir el acoso de sus compañeros por ser gay "Me llamaban maricón", explicó a la jueza. La situación se fue agravando hasta que en 2007, en una excursión algunos compañeros intentaron arrojarlo del coche en que viajaban.

La dirección del centro admitió que ese día se produjeron "pequeños incidentes". Dos estudiantes confirmaron lo sucedido. "Lo intentaron echar del jeep, y durante la hora de comer le intentaron meter un palo por el culo", narraron.

Ese día el chico acabó en urgencias. Sus compañeras también declararon que los insultos eran habituales y que sus acosadores "avisaban al resto de compañeros de que no lo tocaran porque se podían infectar".

El colegio emprendió algunas medidas, como hablar con las familias y realizar charlas sobre la intolerancia, pero según determina ahora la sentencia en ningún caso se tomaron "medidas de control y vigilancia sobre los menores afectados en el incidente, ni medidas disciplinarias".

En 2009 un compañero colgó en un blog la foto del chico junto a mensajes homófobos y amenazas de muerte. El alumno represaliado abandonó el colegio y necesitó tratamiento psiquiátrico durante más de dos años.

Según la directora, el chico era "poco tolerante" con sus compañeros, lo que daba lugar a ser "poco aceptado", y estaba "sobreprotegido" por su madre. La directora llegó a negar que existiera acoso. Por otra parte, algunos de los profesores minimizaron lo sucedido, aunque otros admitieron que habían tenido que interceder en alguna ocasión ante "acciones violentas" hacia la víctima.

La sentencia considera sin embargo probado que "si hubiera habido un seguimiento de la interrelación entre la víctima y el resto de alumnos por parte del centro escolar, se hubiera evitado el problema". El centro recurrirá la sentencia.

El denunciante tiene ahora 19 años y recuerda el colegio como un infierno. "Me hicieron la vida imposible. Me sentí humillado. Como una mierda. Me encerré en casa. Caí en una depresión y estuve a punto de suicidarme", explica. Hoy día se encuentra bien, empezando una nueva etapa en la universidad, y sobre la sentencia afirma que "es un precio bajo para lo que pasé, pero estoy orgulloso por la lucha".

Fundación Triángulo Extremadura ha pedido en reiteradas ocasiones la necesidad de un Plan Integral LGBT en el ámbito educativo. La última vez esta pasada semana en una reunión mantenida con el gobierno extremeño.