En febrero del 2016, una niña de entonces 4 años, Valeria Curto Moreno, se daba a conocer públicamente por padecer una atresia pulmonar grave inoperable en España. Comenzó un movimiento de apoyo en las redes sociales que se convirtió después en una oleada de ayudas, primero a través de la recogida de tapones y después de decenas de actividades benéficas. Todo con el objetivo de ayudar a sus padres a costear las dos operaciones que Valeria necesitaba, que solo se podían realizar en Boston y costaban en torno a 250.000 euros. Ayer, un año y medio después, la madre de Valeria, Trinidad Moreno, afirmaba: «ya está, ya se ha acabado». El bautizado como viaje de Valeria ha terminado, con las dos operaciones realizadas y su «motor» funcionando.

Valeria, ahora con 5 años, ha pasado por las dos operaciones, en el Boston Children’s Hospital, y, para sufragarlas, la familia ha contado con la colaboración ciudadana y también de la Consejería de Sanidad, que decidió hacerse cargo del coste de ambas. Pero la recuperación de la segunda fue complicada, porque, nada más regresar a Madrid, la niña tuvo que permanecer ingresada en la UCI, en Madrid, ocho días.

Fue en verano y, hasta este mes, ha continuado con una insuficiencia respiratoria que le obligaba a dormir junto a una máquina que le ayudaba a respirar, según explicaba ayer su madre. Por eso, recibieron una llamada del hospital de Boston para adelantar un cateterismo previsto inicialmente para el próximo año.

Este viaje comenzó el pasado 11 de octubre y el día 16, le hicieron el cateterismo. «Tenía dos arterias que se le seguían cerrando, por eso decidieron hacérselo ya, para que no se agravara». Le han puesto dos stents (dispositivos con forma de muelle que ayudan a corregir el estrechamiento de arterias) y esto le ha dado la fuerza respiratoria que necesitaba.

Porque ya no necesita la máquina para respirar por la noche y, al sentirse con esa nueva capacidad pulmonar, «se ve incansable y llena de energía, ya está saltando y correteando». Trini matiza que necesitarán la máquina como refuerzo, para momentos en que esté acatarrada o, por algún esfuerzo, se encuentre más asfixiada, pero «su motor ahora funciona, algo impensable en el comienzo de esta aventura».

De este último viaje llegaron el viernes pasado y ayer ya estaba en su colegio de Carcaboso. Continuarán con sus revisiones en Madrid, pero esperan no tener que volver a Boston «hasta dentro de tres o cuatro años. Creemos que hemos acabado».

Echando la vista atrás, Trini confiesa que «es increíble, no esperábamos nada y la respuesta fue, de no tener nada, a ir teniendo cosas buenas. Ha sido un milagro, todo positivo, la respuesta de todo el mundo. Estamos pletóricos». Y a través de las redes sociales lanzaba este mensaje a modo de conclusión: «sabemos que por mil años que viviéramos sería imposible agradecer todo lo que habéis hecho, porque habéis dado VIDA, la vida de nuestra hija».