Michaele Salahi aspira a ser estrella mediática. Por ahora, lo ha conseguido. No obstante, el cómo, aunque habría hecho las delicias de Andy Warhol, el hombre que hizo dogma de los 15 minutos de fama, puede acabar saliéndole caro. Salahi y su esposo, Tareq, se presentaron el martes en la primera cena oficial de Estado ofrecida en la Casa Blanca por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en honor del primer ministro de la India, Manmohan Singh. Alrededor de las siete de la tarde, la pareja se bajó de un elegante todoterreno limusina a las puertas del 1600 de Pennsylvania Avenue. Pasaron --y aquí puede radicar su perdición-- los controles de seguridad. Desfilaron y posaron ante las cámaras: él, con esmoquin; ella, con su rubia melena suelta y luciendo una lehenga (un sari indio para ocasiones formales) rojo y oro.

SIN INVITACION Los Salahi tomaron el cóctel con los otros 300 invitados. Se fotografiaron con los más ilustres, desde el vicepresidente, Joe Biden, hasta el íntimo asesor de Obama, Rahm Emanuel. Casi seguro que no se quedaron a cenar. Ella colgó las fotos de la velada en su página de Facebook. En el comentario de esas imágenes se declaró "honrada de haber sido invitada" a la cena más exclusiva de la capital. ¿El problema? Que no existía tal invitación. Se colaron.

Una periodista de The Washington Post sospechó de su presencia. Le sorprendió que hubiera sido invitada una excheerleader , modelo ocasional, vinculada a una bodega de vinos por su esposo y relaciones públicas en citas de polo que ha sido aspirante a protagonizar un reality show . Un día después de la cena, la reportera colgó en la web un artículo descubriendo la impostura que ha sacado los colores a los servicios de seguridad de la Casa Blanca.

AGUJERO EN LA SEGURIDAD Cuando alguien es invitado a la residencia presidencial, debe facilitar datos como el número de la seguridad social o la fecha de nacimiento. Al llegar a un acto como el del martes, debe identificarse ante los servicios secretos, que tienen una lista y han comprobado los datos de los invitados. Además, hay otros empleados encargados de protocolo y relaciones sociales que, en teoría, tienen también la lista.

Edwin Donovan, un portavoz de los servicios secretos, ha reconocido que "la investigación preliminar ha revelado que uno de los puntos de control no siguió los procedimientos apropiados". Y aunque todo son especulaciones de cómo los Salahi lograron eludir el control, algunos invitados han explicado que llovía y había cierto caos en la entrada. Aunque los servicios secretos han insistido en que los Salahi pasaron los detectores de metales y otros controles de seguridad y que "nadie estuvo bajo ningún riesgo o amenaza", los Salahi han metido un gol a la red de seguridad de Obama. Y si bien para llegar a acercarse en la cena a Obama había que recibir una nueva tarjeta de identificación que el matrimonio no podría haber tenido, el agujero en la seguridad es evidente.

Lo que puede representar un serio problema para el matrimonio es que tuvieron que mentir a los primeros agentes que les dejaron pasar diciéndoles que estaban invitados. Y tanto los miembros del servicio secreto como los encargados de protocolo son empleados federales, por lo que mentirles representa un delito, condenable con cárcel. Cabe la opción también de que sean acusados de entrar ilegalmente en propiedad ajena.

Por ahora, los focos de los medios están sobre el matrimonio. Su aventura fue noticia en todo el país. El lunes, el matrimonio será entrevistado en la CNN.