300.000 personas se han quedado sin techo en la capital de Haití, Puerto Príncipe, a causa del terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter que el pasado martes devastó el país, según han informado fuentes de Naciones Unidas.

"Alrededor de 3,5 millones de personas vivían en las zonas afectadas por las fuertes sacudidas", ha indicado la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en una breve nota en la que no aporta ningún balance de víctimas mortales. La Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), citada por la OCHA, ha estimado que algunas zonas han quedado destruidas en un 50%. El seísmo ha destruido el 10% de la capital y ha dejado a alrededor de 300.000 personas sin hogar, según las mismas fuentes.

Según estimaciones de la Federación Internacional de la Cruz Roja a partir de los testimonios de los servicios de rescate que actúan sobre el terreno y de los datos facilitados por el Gobierno haitiano, el terremoto ha podido causar la muerte de entre 40.000 y 50.000 personas.

Tercera noche al raso

Los supervivientes del terremoto han pasado su tercera noche al raso y se enfrentan a la falta de agua y de alimentos, según ha informado desde el terreno una periodista de la emisora local Radio Kiskeya.

"Es imposible encontrar alimentos incluso con dinero, no hay nada que comprar", ha declarado Liliane Pierre-Paul, que está publicando numerosas fotografías sobre la situación en la capital, Puerto Príncipe, en la edición digital de Radio Kiskeya.

Falta de medicinas

Los bebés y los ancianos carecen de alimentos y de agua y los enfermos crónicos, como diabéticos e hipertensos, no tienen acceso a los medicamentos que necesitan, prosiguió Pierre-Paul, quien advierte de que la llegada de la ayuda humanitaria internacional sin la debida coordinación local no beneficiará a las víctimas.

Las calles se han llenado de cadáveres en descomposición, los heridos no reciben los cuidados necesarios y numerosas personas permanecen atrapadas entre los escombros. Aparte, los generadores eléctricos empiezan a carecer de combustible, que es prácticamente imposible de encontrar.