En una Gaza fantasmagórica, cerrada a cal y canto en señal de luto por el casi centenar de muertos que ha causado en cuatro días la peor ofensiva militar israelí desde el 2002, se recibió ayer con alivio la decisión de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de suspender las negociaciones con Israel "hasta que cese la agresión". Aunque aquí nadie confía en esas conversaciones y la mayoría se aferraba al transistor para seguir en directo los combates en el perímetro oriental de Yabalia.

El tono de las retransmisiones es idéntico al de un partido de fútbol. Pero no se cantan goles, sino obuses y el drama de docenas de familias que fueron tomadas como rehenes para ser interrogadas por los soldados israelís. Algunos oyentes, atrapados en la zona de los combates, entraron en directo. "Se nos ha acabado la comida y el agua. Llamen a las oenegés para que nos saquen de aquí", bramaba un hombre cercano a la histeria. La ofensiva israelí, que causó 63 muertos el sábado, provocó las condenas de la UE y la ONU. Ambos organismos tildaron de "desproporcionada" la respuesta israelí a los cohetes palestinos, que ayer siguieron cayendo sin causar víctimas en Israel.

Bruselas parece empezar a cansarse de decir siempre sí a Israel. La presidencia eslovena rechazó "el castigo colectivo al pueblo de Gaza" y recordó que sus acciones en la franja "vulneran las leyes internacionales".

MAS VICTIMAS Quizás por esta creciente presión, el Ejército hebreo redujo el ímpetu de su testosterona: Solo seis palestinos murieron ayer. Entre ellos tres civiles, incluido un bebé de 21 meses. Además, Israel volvió a mandar otro mensaje al depuesto primer ministro de Hamás, Ismail Haniya, con el bombardeo de sus oficinas. Fue un aviso porque el edificio quedó casi intacto. Aún así, docenas de familias de los apartamentos colindantes se marcharon de sus casas, conscientes de que viven sobre una falla sísmica.

El relativo receso bélico de ayer no parece que vaya a durar. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, insinuó que no se iba a dejar intimidar por la decisión de la ANP de suspender temporalmente las negociaciones ni por la estrategia de disuasión de Hamás lanzando katiuskas sobre Askelon. "Seamos claros, Israel no tiene intención de dejar de luchar contra el terror ni un segundo", dijo un Olmert necesitado de aparecer ante la opinión pública como un líder implacable tras el fiasco del Líbano.

Mientras, el sufrimiento de Gaza ha encontrado la solidaridad del resto de los palestinos. En varios puntos de Cisjordania y Jerusalén Este hubo protestas y cierres de comercios, casi como un preludio de una nueva Intifada. Incluso se lanzaron piedras contra varios puestos militares israelís. También Egipto se solidarizó con la franja reabriendo la frontera para permitir el traslado a sus hospitales de casi 300 personas heridas.