La ejecución sin dolor que el estado de California (EEUU) asegura llevar a cabo mediante la inyección letal es una fantasía. El proceso de preparación de las drogas mortales que se administran al reo se ha estado haciendo de forma tan chapucera que más de la mitad de los ajusticiados no estaban convenientemente sedados en el momento de morir, e incluso, pudieron estar conscientes y sufriendo dolores sin poder hablar.

Esta fue la denuncia efectuada ayer por el anestesista de la Universidad de Columbia Mark Heath durante el segundo día de audiencias convocadas por el juez federal Jeremy Fogel, con el objetivo de evaluar si la inyección letal es una forma humanitaria de aplicar la pena de muerte a los reclusos. "Hubo errores en la mezcla de las drogas", confirmó ayer Heath.

Fogel suspendió el pasado mes de febrero la ejecución del reo Michael Morales cuando sus abogados plantearon que la inyección letal puede causar dolor "cruel e inhumano", prohibido por la Constitución estadounidense. La suspensión se tradujo en una moratoria en las ejecuciones en California, uno de los 37 estados de EEUU que utiliza la inyección letal.