Al menos 108 personas han muerto y un centenar están desaparecidas como consecuencia de los devastadores incendios que afectan desde hace tres días a los estados de Victoria y Nueva Gales del Sur, situados en el sureste de Australia, y a zonas próximas a la capital del país, Camberra. Se trata de los incendios más mortíferos en la historia del país. "Es el infierno en toda su furia; una tragedia nacional", afirmó ayer el primer ministro australiano, Kevin Rudd. Más de 3.000 bomberos trabajan sin pausa para controlar todos los fuegos, más de 50. Dada la magnitud de la tragedia, el Gobierno ha movilizado al Ejército.

Las zonas más afectadas son, sobre todo, las situadas al norte de Melbourne, la segunda ciudad de Australia. Se calcula que el fuego ha devorado más de 750 casas, devorado 340.000 hectáreas, principalmente bosques, y ha convertido en cenizas a pequeñas aldeas, como la del Kinglake, donde han perecido 18 personas. "Llovía fuego", dijo otro vecino de esta localidad. "El pueblo parecía Hiroshima, como si hubiera caído una bomba nuclear", señaló, por su lado, Chris Harvey, que perdió su casa.

El jefe de la policía del Estado de Victoria, Christine Nixon, advirtió que el número de víctimas mortales puede aumentar en las próximas horas, una vez los bomberos y personal de socorro logren acceder a los lugares devastados por las llamas. Nixon dijo que hasta ahora habían encontrado gente muerta en el interior de los coches, en los campos de cultivo y en el interior de muchas casas. "Lo triste es que hemos hallado niños", explicó. El Gobierno ha aprobado una ayuda de 10 millones de dólares australianos (4,6 millones de euros) para cubrir las primeras necesidades. La Cruz Roja Internacional dijo que está atendiendo a un total de 3.730 personas que se han quedado sin hogar.

Hace dos semanas que la región meridional de Australia soporta temperaturas de calor sin precedentes, que en algunos casos, como en Melbourne, que pertenece al Estado de Victoria, han superado los 46 grados centígrados. La canícula, la sequía y los fuertes vientos reinantes han actuado conjuntamente y ha sido la causa principal de que los fuegos se hayan propagado tan rápidamente y con tanta violencia por los estados del sur. Las autoridades, sin embargo, no descartan que algunos focos hayan sido fruto de pirómanos.

PIROMANO DE 31 AÑOS De hecho, la policía informó ayer del arresto de un hombre de 31 años sospechoso de provocar uno de los incendios, en concreto el de Peats Ridge, uno de los más activos en el Estados de Nueva Gales del Sur. Las fuerzas de seguridad también han detenido a un adolescente por su presunta implicación en otro foco, en esta ocasión cerca de Sídney. Los incendios son habituales en esta época del año en Australia, que está en pleno verano, pero los frentes de fuego abiertos este mes son de especial virulencia.