Lo que se prepara es una violación de la legalidad internacional y ahí no tendrían que estar Aznar ni el Gobierno español. Aznar recurrió ayer, en un increíble acto de partido, a una exposición dramática de los males que Sadam puede desencadenar para justificar los que van a desencadenar ellos. Parecía indicar que quienes no quieren la guerra son cómplices --otra vez los compañeros de viaje-- de Sadam y hasta de Hitler y Stalin, con quienes lo comparó. La lógica dicta que tendrán que tildar de compañeros de ese viaje a todo el mundo y a los millones que hoy vuelven a clamar contra la guerra.

Zapatero le ha pedido a Aznar que mañana en las Azores le diga a Bush que desista y haga caso de la opinión pública mundial, para lo que tendría que empezar por desistir él. Aznar asume que el fin no era desarmar a Sadam sino derrocarlo, pese a que ello no figura en las resoluciones de la ONU. Las manifestaciones de hoy en toda España se celebran tras la caída de las caretas.