Las reglas del juego han cambiado". Este es el mensaje que Tony Blair lanzó ayer a los extremistas religiosos que incitan al odio y a la violencia desde suelo británico, acogiéndose a la legislación británica sobre asilo e inmigración. En respuesta a los atentados contra el transporte urbano de Londres, el primer ministro británico anunció un paquete de medidas que restringen el derecho de asilo y el acceso a la nacionalidad británica, entre las que se encuentran la expulsión del país de aquellos ciudadanos extranjeros que apoyen directa o indirectamente al terrorismo.

El Gobierno británico tiene la firme determinación de endurecer la legislación con el fin de evitar más atentados como el del 7 de julio, en el que murieron 56 personas, y la fallida tentativa de hace dos semanas. Desde entonces, el país se encuentra en una situación de máxima alerta policial. Blair reconoció, en rueda de prensa, que está dispuesto incluso a retocar las leyes británicas que se atienen a la Convención Europea de Derechos Humanos, de la que su país es signatario.

En el Reino Unido, el ministro del Interior tiene la potestad de deportar a los inmigrantes que supongan una amenaza para la seguridad nacional. Bajo la nueva ley, se podrá expulsar del país o negar el asilo también a los extranjeros que fomenten el terrorismo o defiendan y justifiquen la violencia. Esta medida está sobretodo dirigida a algunos imanes radicales, quienes, con mensajes incendiarios, propagan el odio contra Occidente desde algunas mezquitas del país.

"MINORIA DE FANATICOS" "No vamos a permitir que una pequeña minoría de fanáticos abusen de nuestra tolerancia y buena voluntad. Durante las últimas semanas, se me ha pedido en repetidas ocasiones que actúe firmemente contra aquellos que incitan semejante extremismo", proclamó el primer ministro para justificar estas medidas. En este sentido, ayer se supo que los líderes de una mezquita londinense advirtieron en el 2003 a la policía de la peligrosidad que representaba Hamdi Isaac, uno de los presuntos terroristas de los atentados del 21-J.

En realidad, Blair, como se encargó de recordar ayer, ha intentado en varias ocasiones endurecer las leyes de inmigración y asilo, pero se ha encontrado con la oposición del Parlamento y los jueces. Ahora, debido a los atentados, considera que "el ánimo es diferente", por lo que espera contar con el apoyo de la judicatura y de la oposición. Entre el paquete de medidas, se encuentra el cierre de mezquitas y la prohibición de visitar determinadas librerías o páginas web, además de deportar a países como Argelia o Jordania a sospechosos de terrorismo, de los que Blair dice recibir garantías de que no serán torturados.

Estos puntos del plan fueron criticados por grupos de derechos civiles y por el líder del Partido Liberal Demócrata, Charles Kennedy, quien dijo que "prohibir a la gente visitar determinadas librerías o páginas web y cerrar mezquitas puede provocar tensiones" con los musulmanes.

EN OTOÑO Las medidas anunciadas por el Gobierno son 12. Entre ellas, se encuentra la ilegalización de dos grupos islamistas radicales que operan en el país y la tipificación de nuevos delitos bajo la ley antiterrorista. Algunas serán directamente aprobadas por el Ejecutivo tras el verano, mientras que las que requieren enmiendas se debatirán en el Parlamento en otoño.

Blair, que se congratuló de tener el apoyo de la mayoría de la comunidad musulmana, recordó que venir al Reino Unido "no constituye un derecho" y obliga a "apoyar los valores del estilo de vida británico".

En respuesta al último vídeo de Al Qaeda amenazando con más ataques, el primer ministro dijo ayer que "esas mismas personas -- refiriéndose a la red terrorista-- son los que están apoyando los asesinatos de gente inocente que quiere vivir en democracia en medio mundo".