Josef Scheungraber pasará el resto de sus días en la cárcel. Así lo decidió ayer el Tribunal regional de Múnich que condenó al exoficial nazi, de 90 años, a cadena perpetua por el asesinato de 14 civiles italianos en la Toscana el 26 de junio de 1944. El entonces jefe de batallón habría dado la orden de ejecutarlos en represalia por la muerte de dos de sus soldados en un ataque de los partisanos. Según el fiscal, Scheungraber ordenó a sus hombres "registrar sistemáticamente la zona y detener a varios civiles, sobre todo hombres", y, si alguien se resistía, debían abrir fuego.

Tras disparar a una anciana y tres hombres, el batallón encerró a un grupo de 11 personas en una casa y la volaron con explosivos. En total murieron 14 civiles y quedó un único superviviente, el entonces adolescente Gino Massetti, que ha sido uno de los testigos principales de la acusación. El de Scheungraber es uno de los últimos grandes procesos contra un criminal nazi que vivirá Alemania, a la espera del juicio contra John Demjanjuk, acusado de participar en el asesinato de miles de personas en el campo de exterminio de Sobibor, en la Polonia ocupada, durante la segunda guerra mundial.

El caso de Scheungraber ha generado gran expectación, sobre todo en el sur de Alemania, porque, a diferencia de Demjanjuk, este ha vivido durante décadas tranquilamente en Baviera y era un habitual de las conmemoraciones por soldados nazis caídos. Scheungraber ya había sido condenado en ausencia por la matanza de Falzano di Cortona a cadena perpetua por un tribunal italiano en 2006.