Se sabía que para George Bush la guerra de Irak es una cuestión de firmeza, principios y fe. Desde ayer, también es una cuestión de punto de vista. "Quienes creen que la batalla en Irak está perdida se fijarán en el insatisfactorio progreso de los objetivos políticos. Aquellos que creemos que la batalla puede y debe ser ganada vemos el satisfactorio progreso en varios de los objetivos de seguridad". Se refería Bush al informe parcial que se hizo público ayer en el que, de los 18 objetivos que impuso el Congreso para valorar el envío de tropas aprobado en enero, la Casa Blanca sostiene que se han cumplido ocho (objetivos militares en su mayoría), han fracasado siete (los de mayor enjundia política) y tres no pueden valorarse por el momento.

Huelga decir que la Administración de Bush, que necesita desesperadamente buenas noticias de Irak ante la presión de las encuestas, del Partido Demócrata y de varios congresistas republicanos, opta por la botella medio llena. El informe glosa un descenso global de las muertes de iraquís en violencia sectaria y de las víctimas en coches y camiones bomba, la creación de tres brigadas para asegurar Bagdad y el compromiso del primer ministro, Nuri al Maliki, de perseguir a quienes vulneren la ley, sean sunís, chiís o kurdos. Pero en el ámbito de la seguridad el informe advierte de la posibilidad de un verano violento.

MALIKI SUSPENDE No todos los objetivos de seguridad se han cumplido. Por ejemplo, Maliki no ha logrado que la seguridad local no dependa de las milicias, ni ha mejorado la neutralidad de las fuerzas de seguridad en la lucha sectaria. En el ámbito político, las notas de Maliki son decepcionantes: el debate sobre la ley para repartir los beneficios del petróleo no ha empezado y Bagdad no ha sacado adelante una ley que compatibilice la depuración del baazismo con la reconciliación mediante normas que permitan a exmiembros del partido Baaz trabajar para el Gobierno. Además, el desarme de las milicias es quimérico.

A pesar de que Bush defendió los motivos para el optimismo, en su intervención en la recién reformada sala de prensa de la Casa Blanca adoptó una postura defensiva. Insistió en que aún es pronto para valorar el aumento de militares (los soldados no estuvieron desplegados en su totalidad hasta hace un mes) y emplazó a los críticos a esperar el informe definitivo que el general David Petraeus presentará al Congreso el 15 de septiembre. Hasta entonces no habrá cambios, a pesar del clamor de las urnas y de las legislaciones que prepara la mayoría demócrata en el Congreso para una retirada. "El Congreso no debe dirigir la guerra. Su trabajo es financiar a los militares", dijo Bush.

No lo ven igual los demócratas, que ayer se lamentaban de que el presidente se niegue a ver la evidencia del fracaso de una estrategia pensada para ayudar a Maliki a reconciliar el país. "El informe confirma que la guerra en Irak se mueve en una peligrosa dirección. El Gobierno iraquí no ha cumplido los objetivos claves", dijo el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid. Por su parte, el senador y presidenciable Barack Obama fue más sangrante: "¿La Casa Blanca se cree que no sabemos encender la televisión? Que no nos diga que progresamos cuando los últimos tres meses han sido algunos de los más mortales desde que empezó la guerra".

Ante la prensa, Bush alardeó de no tomar decisiones por "motivos políticos" sino por principios. Un congresista demócrata hablaba ayer de un presidente que está cayendo al vacío desde un altura de 100 pisos y que a media caída dice que por el momento no es para tanto. Es una cuestión de punto de vista.