Nuevo baño de sangre en Irak. Al menos 118 peregrinos chiís murieron ayer en varios atentados terroristas cometidos en diferentes puntos del país. El más mortífero tuvo lugar en la ciudad de Hilla, a unos 95 kilómetros al sur de Bagdad. Dos suicidas accionaron los explosivos que llevaban adosados a sus cuerpos en medio de una multitud de civiles que se trasladaban a pie a la ciudad santa de Kerbala para participar en una de las ceremonias religiosas más importantes de los chiís.

Las dos explosiones mataron a más de 90 personas y más de 160 resultaron heridas. Los terroristas se inmolaron en una de las calles principales de Hilla, abarrotada de gente. Muchas de las víctimas hacían cola frente a unas tiendas de lona para comprar refrescos y reponer fuerzas antes de seguir su camino a pie hasta Kerbala, situada a 40 kilómetros de distancia.

"Vi a uno de los suicidas. Tenía unos 40 años. Se inmoló y vi partes de cuerpos humanos volando alrededor", explicó un testigo a la agencia Reuters. Un médico del hospital de Hilla aseguró que el 80% de las víctimas eran jóvenes, que entre los muertos había mujeres y niños y que 50 de los heridos se encontraban en estado crítico.

Sin protecciónDecenas de miles de peregrinos, procedentes de todo Irak, viajan en estos días en autocares, en coches o a pie hasta la ciudad santa. En otro atentado, cometido horas antes en Bagdad, hombres armados dispararon contra un microbús y mataron a 12 de sus ocupantes. En el barrio de Yarmuk, otros cinco peregrinos fallecieron en dos explosiones.

A diferencia del año pasado, en la festividad de este año los fieles chiís no cuentan con la protección del Ejército del Mehdi, la milicia armada del clérigo radical Moqtada al Sadr. El primer ministro iraquí, el también chií Nuri al Maliki, se ha propuesto, con el apoyo de EEUU, desarmar a los seguidores del religioso. Al Maliki tiene previsto además deshacerse en los próximos días de los seis ministros fieles a Al Sadr que forman parte de su Gobierno.

Fomentar la violencia Washington acusa al Ejército del Mehdi, opuesto a la presencia de EEUU en Irak, de fomentar la violencia confesional que vive el país y que se ha llevado por delante la vida de decenas de miles de personas en el último año. Los ataques de ayer, cometidos presuntamente por terroristas sunís, pueden agravar todavía más la situación y arrojar al país al abismo de la guerra civil.

El alto mando estadounidense informó ayer de la muerte de nueve de sus soldados el lunes en dos acciones de la insurgencia. En la provincia de Saladino, tierra natal del fallecido Sadam Husein, una bomba estalló junto a un vehículo militar y causó seis muertos y tres heridos. En la provincia de Diyala, otro feudo de los rebeldes al noreste de Bagdad, otros tres soldados perdieron la vida y uno resultó herido al estallar una mina camuflada en la carretera. Estas muertes elevan a 3.170 los militares de EEUU fallecidos en Irak desde que estalló la guerra, hace ahora casi cuatro años. Asimismo, los insurgentes asaltaron la cárcel de Baduch (norte) y liberaron al menos a 140 prisioneros.

En medio de esta extrema violencia, Irán ha confirmado que asistirá a la conferencia de paz que se celebrará el sábado en Bagdad y en la que participarán también altos funcionarios de los ministerios de Exteriores de Siria, de EEUU y del resto de países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.