En los próximos 30 días, Maliki va a tener que tragarse su caracter belicoso para conseguir formar un Gobierno de unidad nacional con ministros de las grandes comunidades enfrentadas en Irak: shiís, sunís y kurdos. De momento, alarma su plan de integrar en el Ejército a las milicias armadas de cada una de estas etnias o confesiones, pues supone institucionalizar la libanización del país. Su otro gran desafío es el reparto del petróleo entre esos tres socios. El oro negro puede convertirse en el pegamento nacional iraquí o ser el combustible que inflame una guerra civil total.

*Periodista.