La peor masacre en Europa tras la segunda guerra mundial no puede quedar impune. A la vergüenza que significa Srebrenica se suma desde hace también 10 años la incredulidad de que Mladic y Karadzic sigan en libertad. Si bien es cierto que la orografía balcánica ofrece buen cobijo, no es comparable a la de Tora Bora, de donde escapó Bin Laden. Pero es que Mladic tenía residencia oficial en Belgrado hasta hace poco. Si aún no está detenido, la presión sobre Belgrado debe ser más contundente que nunca. El mensaje a los Raskolnikov del mundo debe ser claro.

*Periodista.