Luiz Inácio Lula da Silva ya sabe qué desea para su 65º cumpleaños, el próximo martes: "Quiero que Brasil me regale a Dilma Rousseff como presidenta". Otro 27 de octubre, pero de hace ocho años, Lula ganó su primera elección presidencial. El próximo 31 se sabrá si su anhelo se hace realidad. El último sondeo de Datafolha parece complacerlo: los datos indican que la "heredera" derrotará a José Serra por diez puntos de ventaja.

En medio de una segunda vuelta electoral cada vez más caliente, y que no ha excluido ardides y golpes bajos, Serra, el candidato del Partido de la Social Democracia de Brasil (PSDB), llamó ayer a desconfiar de los pronósticos. "Los encuestadores se equivocaron en la primera vuelta", dijo sobre el augurio de una fácil victoria de Rousseff.

El Partido de los Trabajadores (PT, en el poder) no solo se propone hoy conmemorar por anticipado el aniversario de Lula. También promueve un "día de movilización nacional para obtener la victoria de Dilma". Los aspirantes presidenciales visitarán Río de Janeiro, una de las ciudades clave en esta votación y en cierto sentido esquiva al oficialismo. La creciente crispación hace temer enfrentamientos entre simpatizantes de ambos bandos.

A medida que aumenta la ventaja de Rousseff sobre Serra, la campaña de la oposición adquiere un tono más crispado. Serra llegó a simular haber sido objeto de una agresión con una piedra, pero las imágenes de TV Record demostraron otra cosa. "Fue una farsa descarada", se quejó Lula. Lo que había "impactado" en Serra fue una bolita de papel.

UNA MENTIRA El montaje incluyó la visita a un hospital y primeros planos del rostro del abanderado del PSDB con gestos de dolor. Una tomografía demostró más tarde que Serra no tenía problemas. "Fue el equipo de publicidad del candidato Serra quien produjo la mentira", comentó Lula, quien en un principio creyó lo que había ocurrido y estuvo a punto de levantar el teléfono para expresar su solidaridad con el rival.

"A pocos días de la elección, la campaña de Serra se aproxima a los grupos ultraconservadores y refuerza la táctica del odio religioso. El oportunismo político divide a la Iglesia", señaló la revista Isto é en su edición de ayer. El PSDB se propone seguir mostrando a Rousseff como "abortista". Al mismo tiempo ha redoblado sus esfuerzos por captar la mayor parte de las adhesiones que tuvo Marina Silva (Partido Verde) en la primera vuelta.

Marina, que ha sido militante del PT durante casi tres décadas, ha sido cortejada de todas las maneras posibles. Para no dividirse, los verdes decidieron abstenerse de apoyar a los candidatos del 31 de octubre.

Aunque el 46% de los electores de Silva dijeron que votarán por Serra, una buena porción de los marineiros emigraron a Rousseff, quien esta semana lanzó un compromiso ambiental para seducir a ese segmento de la sociedad. Ya tiene el 31% de ese voto verde, y también del religioso.

ANULAR EL SUFRAGIO Según Datafolha aún existe un 6% de indecisos y un 4% ha expresado su deseo de anular el sufragio. Un 10% de los que dieron a conocer su voto no descartan cambiarlo. Un 5% de los que eligieron a Dilma o Serra en un primer turno no descartan cambiar de opción.

Lula, que en ocho años de mandato ha sacado a 29 millones de brasileños de la pobreza, ha llegado esta semana al 82% de popularidad, su máximo.