Hubo un momento del debate en el que Jim Lehrer --el impecable moderador procedente de la televisión pública-- instó a Barack Obama y a John McCain a "hablarse directamente el uno al otro". Les costó pasar de la tercera persona a la segunda a los candidatos, no porque prefirieran ignorarse, sino porque se traían tan aprendida la lección que una espontaneidad de ese tipo no está permitida. Los dos tenían como objetivo no cometer errores ante una audiencia que solo en televisión fue de 90 millones de personas, así que apenas se salieron del guión y apenas se enfrentaron. Pero, aun así, fue evidente que el veterano y el joven senador tenían dos estilos muy diferentes: agresivo, consciente de la importancia de las frases ingeniosas, McCain; frío, calmado, incluso a veces demasiado elevado, Obama.

Un detalle ejemplifica el talante con el que ambos afrontaron el debate. Obama dijo hasta en ocho ocasiones "John tiene razón en esto que dice...". La coletilla favorita de McCain fue "el senador Obama no lo entiende" o "el senador Obama no lo pilla". Honra que un adversario le dé la razón al otro en un debate, pero son errores que se pagan. Tras el debate, la campaña de McCain emitió un vídeo que recogía varias de las veces en las que Obama decía estar de acuerdo.

AHMADINEYAD En los informes que la prensa estadounidense efectúa sobre la veracidad de los datos que usan los candidatos en los debates, McCain sale peor parado que Obama. Sus ataques fueron en muchas ocasiones exagerados o falsos, el senador tuvo problemas para pronunciar el nombre de Mahmud Ahmadineyad, y en ocasiones su tono fue condescendiente, como el de un profesor que intenta no perder la paciencia con un alumno incompetente. Pero las frases más memorables de un debate con pocas de ellas fueron suyas y, en general, a McCain se le vio más cómodo que a Obama, que se esforzó por frenar su tendencia a los razonamientos largos y complejos en los debates. Mejoró en ello, pero debe seguir progresando. No puede permitirse que los pocos momentos de humor del debate se los llevara McCain con sus bromas sobre su propia edad. Eso sí, McCain apenas miró a los ojos a Obama. Un pasaje demuestra las diferencias entre los dos. McCain explicó que lleva un brazalete que le dio la madre de un soldado muerto en Irak con el mensaje de que luche para que la muerte de su hijo "no fuera en vano". "Yo también tengo una pulsera", dijo Obama. Y añadió: "La madre que me la dio me dijo que me asegurara de que ninguna otra madre pase por lo mismo que ella".