Si no fuera por los eslóganes que cantan y llevan pintados en camisetas y pancartas --"Sharon, traidor; Judíos no expulsan a Judíos"--, los chicos de naranja que han tomado Kfar Maimón y alrededores parecerían estudiantes. Si no fuera porque hay imágenes mucho más trascendentes --la policía rodeando el campo, el material de los antidisturbios, los rabinos rezando, las familias con bebés encarándose a los militares, los soldados zarandeados por los manifestantes--, el chico que ayer vendía refrescos en el arcén de la carretera que lleva a Kfar Maimón se merecería una portada: gorra y camiseta naranja, sentado bajo una sombrilla naranja encima de una nevera portátil naranja, vendiendo refrescos de naranja.

Si no fuera porque la evacuación de las colonias judías de Gaza es un asunto que divide profundamente a la sociedad israelí; si no fuera porque el ministro de Defensa, Shaul Mofaz, ha ordenado "detener como sea" a los manifestantes si se dirigen a los asentamientos de Gush Katif; si no fuera, en definitiva, porque esto es Israel y porque muchos de los miles que duermen en tiendas de campaña en Kfar Maimón son, al menos, simpatizantes del ultra de extrema derecha que asesinó a Isaac Rabin, la concentración anti-desalojo de Gaza tendría todo el aspecto de ser un festival.

Lo que en realidad es esta concentración es un pulso en toda regla al primer ministro israelí, Ariel Sharon, que nadie sabe cómo va a acabar. "Sharon es un traidor. Fue elegido porque no dijo nada sobre su intención de evacuar las colonias. No debemos entregar Gaza. Los palestinos deben irse a los países árabes. Es nuestra tierra", dice Rina, de 17 años, con una rotundidad que asusta. La joven, con una hermana de 15 y otro hermano de 13, llegó el lunes a Kfar Maimón desde un asentamiento de Jerusalén tras un largo viaje en bus y a pie.

Rina y sus hermanos responden al perfil de muchos de las 5.000 personas, según la policía israelí, que se han instalado en un descampado de esta localidad agrícola de apenas 700 habitantes situada a pocos kilómetros del paso de acceso a las colonias de Gaza. Gente proveniente de colonias de Cisjordania, que ayer se protegían del sol, rezaban, cantaban y esperaban a que los líderes de la extrema derecha israelí decidieran qué va a ocurrir: Si van a marchar o no hacia las colonias de Gaza, desafiando la prohibición del Gobierno y enfrentándose a los miles de policías que se han desplegado para evitarlo.

La madrugada de ayer, la policía cerró los accesos de Kfar Maimón para evitar la prevista marcha hacia Gush Katif. Al mediodía, un grupo de exaltados se enfrentó al cordón policial. Hubo empujones, golpes, y una veintena de detenidos. Por la tarde, las fuerzas de seguridad recordaron con altavoces que la manifestación es ilegal y que todo el mundo debe volver a sus casas. Como respuesta, los manifestantes cantaron y rezaron aún más fuerte. Y sus líderes insistieron en que la marcha llegará a Gaza, y en que, si hay violencia, será responsabilidad del Gobierno. Calma tensa a la espera de la noche.

Con la ayuda de Dios

Los manifestantes también tenían prohibido acampar en Kfar Maimón y la policía tuvo que permitirlo. Según fuentes policiales, las fuerzas de seguridad no prevén evacuar a la fuerza el campamento de Kfar Maimón y confían en que los manifestantes se cansen y vuelvan a sus casas. "Confío en que con la ayuda de Dios los manifestantes entren en Gaza", resumió Raz, un devoto naranja que volvía, "por motivos de causa mayor", a casa.