Cinco días tardó el 2003 en teñirse de sangre en una ciudad israelí. Al menos 21 personas --dos suicidas y 19 civiles-- murieron ayer y otras 113 personas resultaron heridas --varias de ellas muy graves-- en un doble atentado suicida cometido simultáneamente cerca de la vieja estación central de autobuses del Tel-Aviv, al sur de la ciudad. La Yihad Islámica reivindicó inicialmente el atentado, aunque anoche había cierta confusión sobre su autoría.

Con menos de un minuto de diferencia y separados entre sí por apenas 200 metros, los dos hombres bomba activaron sus explosivos en la esquina de las calles de Gudud Haivri y Neve Sheanan en unas circunstancias que facilitaron el espeluznante balance final de víctimas. A la hora en la que se produjo el ataque (las seis y media, una hora menos en España) en los alrededores de la antigua estación había un gran ajetreo de gente. Según fuentes policiales, los artefactos estaban cargados con tuercas y pequeños trozos de metal.

CAOS CIRCULATORIO

Testigos presenciales hablaban de cuantiosos destrozos en bares, tiendas y edificios colindantes a la zona de la explosión. La guinda al trágico pastel la puso el habitual caos de tráfico de Tel-Aviv, agravado en una zona en la que circulan varias líneas de autobuses: las ambulancias tuvieron grandes dificultades para acceder al lugar y para trasladar hasta los hospitales a los heridos.

Todo ello a pesar de que no es la primera vez que se produce un atentado en el barrio de Neve Sheanan de Tel-Aviv, habitado por numerosos trabajadores extranjeros, muchos residentes de manera ilegal en Israel. El 17 de julio del 2002, en una acción muy similar a la de ayer casi en el mismo lugar, dos hombres bomba palestinos se volaron y mataron a tres personas. Entonces, varios trabajadores ilegales heridos no acudieron a los hospitales ante el temor de ser expulsados. Ayer la policía anunció que no detendrá a ninguno.

Además de ser el primer atentado del año, el de ayer rompe más de un mes sin ataques en ciudades israelís, ya que el último se produjo en noviembre en Jerusalén. Desde el Gobierno israelí se acusó a los palestinos de pretender desestabilizar el país cara a las elecciones del 28 de enero. Un portavoz dijo que Israel "no tiene otra opción que combatir el terrorismo con furia".

Con o sin furia, se espera una fuerte respuesta israelí al atentado. Anoche, Ariel Sharon, el ministro de Asuntos Exteriores, Binyamin Netanyahu, el de Defensa, Shaul Mofaz, y altos mandos militares israelís mantuvieron varias reuniones. Los precedentes no auguran nada bueno. Hay que remontarse al 18 de junio del 2002 para encontrar un atentado con un número similar, aunque inferior, de víctimas. Entonces, un suicida se voló en un autobús en Jerusalén matando a 19 personas. La respuesta israelí se llamó operación Camino Decidido, que supuso la reocupación de las ciudades de Cisjordania de las que el Ejército se había replegado tras la operación Muro Defensivo.

LA ULTIMA GRAN MASACRE

Precisamente hay que acudir al atentado que desencadenó la ofensiva israelí de abril para encontrar un mayor número de víctimas: el 27 de marzo del 2002, 28 personas fallecieron en un atentado suicida en un hotel de Netanya. La respuesta israelí al último gran atentado en Tel-Aviv también derivó en una grave crisis: tras la muerte de seis personas en un autobús, el Ejército reocupó Ramala y confinó durante semanas a Yasir Arafat en sus oficinas de La Mukata. Sólo EEUU obligó a los israelís a levantar el asedio del rais palestino.