Así como parece que tuvo importancia en las primarias internas del Partido Socialista, en la campaña de las presidenciales no ha influido el efecto mujer aplicado a la candidatura de Ségolène Royal. Los institutos de sondeo observan un efecto casi nulo al tratarse de una competición mucho más abierta en la que influyen muchos factores.

A principios de abril, unas 40 mujeres firmaron un manifiesto ante la "ocasión histórica" de que, por primera vez, una mujer podía convertirse en presidenta de un país en el que la misoginia sigue muy viva, como demostraron los ataques de los rivales a Royal en las primarias del PS. Pero otras voces se han elevado contra Royal por utilizar su condición de mujer de forma "victimista" para esquivar algunos debates.

Una de las personalidades que ha defendido esta última tesis es la filósofa Sylviane Agacinski, que, en un artículo en Le Monde, se preguntaba si "hacer de la feminidad un argumento de campaña decisivo o culpar de toda objeción a una candidata a la misoginia no es hacer jugar al sexo un papel exorbitante e ilegítimo". Agacinski es la esposa del exprimer ministro Lionel Jospin, cuya oposición a la candidatura de Ségolène Royal fue notoria.

Por su parte, Roland Cayrol, director del instituto CSA, afirma que "entre las diplomadas, algunas no la consideran (a Royal) una buena representante de las mujeres".