Ya son dos los helicópteros norteamericanos abatidos en cielo iraquí por la resistencia. Los muertos estadounidenses desde el 1 de mayo, fecha en la que el presidente Bush declaró el fin de las hostilidades, se acerca a los 150. Bagdad es la capital del caos y el país entero es sinónimo de inseguridad. Cruz Roja anuncia el cierre de sus delegaciones en Bagdad y en Basora y su salida de Irak. No es difícil imaginar que la ONU siga este ejemplo. En ese momento se habrán apagado los símbolos del orden internacional en Irak.Se cumplen los peores augurios: se pierde la guerra de agresión y la paz y la prometida democracia no llegan a Irak. Nadie se pregunta por las Convenciones de Ginebra y por las obligaciones de todo ejército ocupante de un país extranjero. Ha llegado la hora de olvidar el desgraciado mensaje de las Azores y de oír a la vieja Europa que preconiza la rápida devolución de la soberanía al pueblo iraquí, acompañada de la retirada de todas las fuerzas extranjeras.