Michael Moore no es conocido por su sutileza, pero dado el nivel de suciedad que domina la campaña en EEUU, sus consejos son tan válidos como los de Karl Rove, el principal asesor de George Bush. La diferencia es que con los del director de Farenheit 9/11 algunos pueden reír. Combinando sarcasmo e inteligencia, Moore moviliza a votantes indecisos y jóvenes y eso es lo que hace con una gira por 60 ciudades en 22 estados. El tour paró el miércoles en Phoenix (Arizona), cerca del campus de Tempe donde por la noche se retaban Bush y John Kerry.

Horas antes de ese duelo, este diario le pidió a Moore que valorara los debates. Y éste se puso en la piel de un asesor. "Kerry tiene que dejar de ser el tipo agradable y lanzarse a la yugular. No se gana siendo Mr. Nice Guy (el señor buen chico), y en los dos primeros debates ha sido muy generoso, como si sintiera compasión por Bush. Está bien ser duro. El tercer debate hay que ganarlo por goleada".

Yugular intacta

Por lo que se vio luego, los consejos de Moore no calaron en el demócrata, que pese a ganar dejó la yugular de Bush intacta. Pero Moore ya había hecho su trabajo en Arizona, estado que los sondeos dan como republicano pero donde los demócratas mantienen esperanza. Moore aportó su granito de arena con una de las tácticas que emplea en su gira y que más enervan a los republicanos: dar calzoncillos y fideos gratis a quienes reconozcan que no votaron en el 2000 y se comprometan a ir a las urnas el 2 de noviembre. Entre las 3.000 personas que abarrotaban el Celebrity Theater varias decenas se pusieron en pie e hicieron propósito de enmienda a su abstención.

Moore leyó una de las cartas de su libro ¿Volverán a confiar en nosotros alguna vez? , una recopilación de algunas de las 3.000 misivas que le han enviado desencantados soldados desde Irak. Cedió la palabra a Michael Hoffman, cofundador de Veteranos de Irak contra la Guerra, y a Fernando Suárez del Solar, cuyo hijo murió en Bagdad.

Moore fue también todo lo agresivo que no es Kerry. "Las políticas económicas y domésticas de Bush han sido un fracaso absoluto y miserable", dijo. A la vez que criticaba con dureza a la prensa --"si hubiérais hecho vuestro trabajo no habría 1.100 jóvenes estadounidenses muertos"-- también parecía un político más. "La diferencia es que nuestro lado no opera desde políticas de odio. No odiamos a Bush, es un ser humano y merece respeto", dijo con inusual moderación.

Ira y sarcasmo

En el escenario, Moore fue también Moore: unas veces iracundo --"Bush es un criminal de guerra y lo quiero ver salir de la Casa Blanca esposado"-- y otras sarcástico, como cuando mostró desternillantes anuncios que va a regalar a la campaña republicana. Eso sí, dudosamente los conservadores querrán espots como el titulado Uno de ellos : "58.000 estadounidenses murieron en Vietnam. John Kerry no murió. Si realmente amara a su país, se habría muerto. Vota Bush".

Guste o no, Moore está en la campaña. Se metió con Farenheit 9/11 . Lo metieron los republicanos en su convención, cuando el senador John McCain lo citó provocando más abucheos que cuando se citó a Sadam. Y lo van a meter más conservadores, que han preparado hasta seis documentales sobre él. "El nivel de protesta contra mí es increíble", admite. Y no lo oculta: está orgulloso de ello.