Los veinticinco españoles, entre ellos extremeños, que se encontraban en la zona afectada por el terremoto que esta madrugada ha sacudido la región de Los Abruzos (centro de Italia), se ayudaron entre sí para poder salir ilesos de esta catástrofe, explicaron hoy a Efe los propios evacuados.

Entre ellos se encuentran personas de siete comunidades y una ciudad autónomas: Extremadura, Madrid, Galicia, Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Andalucía y Melilla, según informaron a Efe los propios supervivientes españoles.

Los estudiantes españoles están siendo trasladados al aeropuerto romano de Fiumicino, desde donde todos pretenden dirigirse a España, aunque sólo algunos tienen ya billetes comprados para esta misma noche.

Uno de los supervivientes españoles, Manuel Benítez, tuvo que saltar desde la ventana de su casa, en un segundo piso, para escapar del edificio, que corría peligro de derrumbarse.

Según explicó Benítez a Efe, su casa se encontraba en el centro histórico de la capital de Los Abruzos, L'Aquila, la zona más afectada de la ciudad, y tras despertarse a causa del sismo, comprobó que la puerta blindada estaba doblada de tal manera que no era posible salir.

Él y sus compañeros de piso intentaron "romper uno de los muros de la casa con un martillo", sin resultado, y tuvieron que permanecer dentro del edificio durante casi dos horas y aguantar "doce o trece réplicas".

Otro de los estudiantes españoles residentes en la ciudad, con el que Benítez se puso en contacto por teléfono, fue quien les proporcionó una cuerda que ataron a una mesa de gran peso que se encontraba en el interior de la casa y por medio de la cual descendieron hasta la calle.

A pesar de las dificultades de comunicación que existían en los momentos sucesivos al terremoto, los veinticinco españoles se encontraron y ayudaron por medio del teléfono móvil para reunirse en la plaza donde esperaron a la llegada del autobús fletado por el Consulado español en Nápoles (sur de Italia).

Benítez cuenta que una de las cosas que más le conmocionó fue el escenario de caos que encontró cuando pisó la calle: "la iglesia entera en el suelo, un metro de escombros delante de tu puerta y gente en el suelo sangrando, porque los coches de bomberos y las ambulancias no podían llegar al centro".

Añadió que eran los propios habitantes de la ciudad quienes transportaban a los heridos hasta la zona exterior de las murallas para ser atendidos, y él y otros españoles trasladaron a "dos hombres", uno de los cuales tenía "una herida en la cabeza" y lesiones "en las dos piernas".

Como una "experiencia traumática" la ha definido Fernando Javier Palomo, otro de los estudiantes a quienes el terremoto sorprendió en la ciudad, y que aseguró a Efe que los repetidos temblores les tenían "sobre aviso desde enero", pero que nadie creía que se fuera a registrar un seísmo "de esta magnitud".

Palomo salió de casa "sin ninguna cosa en mano" y, dado que el suyo era uno de los edificios "menos afectados", consiguió regresar para recoger alguno de sus enseres personales, aunque después entendió que "no debían volver a sus casas" a causa de las réplicas.