Mientras España vivía una jornada de duelo, Abú Qatada, el clérigo radical islamista acusado de ser el inspirador de las bombas de Madrid, abandonaba ayer la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, en Gran Bretaña. En libertad bajo estricta vigilancia, Qatada, de 44 años, es un personaje al que las autoridades españolas desean interrogar, por su presunta asociación con cuatro figuras clave en los atentados del 11-M. Es posible que España pida su extradición, si bien hay varios países, entre ellos EEUU, que también podrían pedirla.

Qatada formaba parte de los ocho últimos presos extranjeros encerrados sin juicio en el Reino Unido. Las excepcionales medidas antiterroristas que permitieron su detención, que tantas protestas de los defensores de las libertades cívicas han provocado, expiraban el lunes.

Los exdetenidos estarán sometidos a las nuevas medidas de vigilancia aprobadas finalmente ayer por el Parlamento británico. Todos ellos deberán llevar una pulsera electrónica, habrán de respetar un toque de queda entre las siete de la tarde y las siete de la mañana, no podrán utilizar teléfonos móviles ni internet y sus cuentas bancarias estarán sometidas a restricciones.

SEGUIMIENTO CONSTANTE Los antiguos presos han de estar además en una dirección conocida por la policía, que puede registrar la vivienda sin previo aviso. Tampoco podrán recibir visitas de personas mayores de 16 años, sin la previa autorización del Ministerio de Interior, y cualquier viaje fuera del Reino Unido deberá ser notificado.

El juez le ha prohibido además que siga dirigiendo rezos y arengas en las mezquitas, tal y como solía hacer. "Estas condiciones han de respetarse, lo contrario significara la vuelta a la cárcel", dijo el juez Ousley.

La liberación coincidió con la aprobación de la nueva ley antiterrorista en el Parlamento después de una pugna sin precedentes entre la Cámara de los Comunes y la de los Lores, que duró 30 horas en su última jornada.

El primer ministro, Tony Blair, acabó ayer con el pulso con una concesión más al anunciar que, en otoño, comenzará a debatirse el borrador de una nueva ley antiterrorista, que debería aprobarse en el 2006.