Pese a todos los conflictos a los que debe hacer frente, la ONU cada vez soporta menos la visión de la guerra, ni siquiera en pintura. Por eso ha decidido cubrir la reproducción del Guernica de Picasso, que desde hace casi dos décadas adorna la entrada del Consejo de Seguridad, la sala de urgencias de Naciones Unidas donde se intenta, en último extremo, evitar que corra la sangre entre los países.

Mientras el espectro de la guerra contra Irak campa por los pasillos de la sede de la organización, a orillas del río Este, la ONU ha considerado demasiado fuerte el grito antibélico del Guernica y lo ha tapado con una cortina azul, el color de su emblema. "Es el color apropiado para servir de fondo a las cámaras", explicó diplomáticamente el portavoz de la organización, Fred Eckhard, aunque la comidilla del foro internacional apuntó a que el Guernica se había hecho incómodo, dado que describe los horrores del brutal bombardeo alemán que destruyó en 1937 el pueblo del mismo nombre, precisamente cuando se augura una apabullante ofensiva aérea contra el régimen de Sadam Husein.

PROPIEDAD DE ROCKEFELLER

La reproducción, un tapiz realizado en 1955 por el tejedor J. de la Baume-Durrbach en Var (Francia) y supervisado por el mismo Picasso, era propiedad del difunto expresidente de Estados Unidos, Nelson Rockefeller, que se lo prestó a las Naciones Unidas. En 1985, su viuda, Happy Rockefeller, lo donó a la organización, que lo colocó en 1985 a la entrada del Consejo de Seguridad. Desde entonces, ha servido de fondo para las entrevistas que la prensa y la televisión hacen a los embajadores de los 15 miembros del órgano ejecutivo de las Naciones Unidas cuando acaban sus deliberaciones.

Ahora, sin embargo, no parece políticamente correcto amenazar a Irak, día tras día, con la guerra --como hacen el secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, o el embajador de Washington ante la ONU, John Negroponte-- con un fondo que describe gráficamente a su espalda la brutalidad de las armas.