Un zapatito rosa de niña flotaba ayer en un charco de sangre en la calle de Beit Janún donde 19 palestinos de una misma familia murieron y una cuarentena resultaron heridos en un bombardeo de la artillería de Israel. Mientras el primer ministro israelí, Ehud Olmert, pedía disculpas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás, Abú Mazen , culpó de lo ocurrido ayer al silencio internacional ante los últimos ataques israelís. Las facciones armadas prometieron venganza.

Pasaban pocos minutos de las cinco de la madrugada cuando empezó una salva de fuego de artillería terrestre en una zona densamente habitada de Beit Janún, al norte de Gaza. Durante unos 15 minutos, 12 obuses cayeron en varias casas de tres plantas y en plena calle, matando e hiriendo a civiles que o bien dormían o bien trataban de huir o de salvar a heridos. Acabado el bombardeo, la escena era terrible: nueve niños y seis mujeres muertas, heridos con extremidades amputadas y un olor a carne quemada que los testigos calificaban de "inaguantable".

DISCULPAS DE OLMERT Mientras los hospitales de Gaza --castigados por el boicot internacional al Gobierno de la ANP-- no daban abasto, la maquinaria política de ambas partes se puso en marcha. Del lado israelí, a las disculpas y al ofrecimiento de ayuda de Olmert, se unió la orden del ministro de Defensa, Amir Peretz, de investigar lo ocurrido. El Ejército admitió haber disparado 12 obuses contra un lugar situado a 500 metros de la zona residencial desde el que los milicianos lanzan cohetes caseros Qasam. Un error humano o técnico con las coordenadas pudo ser la causa de la masacre.

Del lado palestino, nadie, ni la población ni sus desprestigiados líderes, aceptó el argumento del error. El primer ministro, el islamista Ismail Haniya, anunció el fin de las negociaciones con Abú Mazen sobre un Gobierno de coalición, a pesar de que ambos, en un intento de transmitir una imagen de unidad, donaron sangre juntos en un hospital. Las facciones armadas, desde Hamás hasta las milicias de Al Fatá, prometieron venganza y la reanudación de los ataques suicidas en territorio israelí, por lo que Israel decretó la alerta máxima. "Tiene que haber una reacción para vengar a las víctimas", dijo el líder de Hamás en el exilio, Jaled Meshal. Incluso Mohamed Dahlán, un líder moderado de Al Fatá, acusó a Tel-Aviv de llevar a cabo una "limpieza étnica".