La avanzadilla del contingente español que bajo bandera de la OTAN participará en las tareas de asistencia a los damnificados del seísmo del pasado día 8 de octubre llegó ayer a Pakistán. Los 88 soldados que forman el grupo se disponían a pasar la noche en la terminal del aeropuerto de Lahore, a la espera de recibir la autorización para ponerse en marcha hacia la región de Cachemira, la más afectada por el terremoto, que causó 55.000 muertos y 78.000 heridos, según los últimos datos oficiales paquistanís.

El general español de brigada Bautís Otero, jefe del contingente terrestre de las tropas de la OTAN, se trasladó a Islamabad, la capital de país, con otros oficiales de la plana mayor para preparar la operación. El general Otero tiene previsto reunirse hoy con el Alto Estado Mayor paquistaní "para determinar el lugar exacto donde se efectuará el despliegue", subrayaron fuentes militares.

La zona asolada por el terremoto, la región de Cachemira, se encuentra a unos 600 kilómetros al noreste de Lahore. Allí, el Ejército paquistaní tiene desplegados actualmente más de 50.000 soldados para participar en la distribución de la ayuda humanitaria. Cien helicópteros llevan a cabo esta misión, incluidos 12 de las fuerzas estadounidenses, cuatro de las alemanas y dos de las británicas.

LLEGADA ESCALONADA La operación de las tropas aliadas tendrá una duración de 90 días. Las tropas españolas están integradas en la Fuerza Terrestre de Reacción Rápida de la OTAN, que España lidera durante este semestre. El resto de militares españoles, hasta un total de de 282, llegarán de forma escalonada a lo largo de esta semana, y está previsto que el contingente quede completado el próximo 7 de noviembre. A los españoles se les unirán una compañía italiana y otra polaca.

Los principales cometidos de la Fuerza de Acción Rápida, cuya seguridad será responsabilidad del Ejército paquistaní, serán reparar y abrir las carreteras que permanecen cortadas a causa de los desprendimientos para facilitar la distribución de la ayuda. También levantarán y prepararán campamentos para los millones de personas de las áreas afectadas que han perdido sus hogares y sobre las que se cierne la amenaza del gélido invierno del Himalaya.

Además de los 55.000 muertos y los 78.000 heridos que dejó el seísmo, hay más de tres millones de damnificados, de los que 800.000 viven a la intemperie.