Las calles están vacías, vacías de carteles y de propaganda electoral. De vez en cuando, turbas de gente gritan el nombre de un partido o un candidato. Entonces aparece otro partido, otra turba y, carteles en mano, se enfrentan a ver quién grita más. Una campaña ficticia para unas elecciones ficticias. Pero hoy el país vota. Casi 15,5 millones de marroquís tienen derecho a voto en estas elecciones para renovar los 325 escaños de la Cámara de Representantes (Cámara baja). En total, 33 partidos se disputan el voto. Está por ver si, como desea el Gobierno, se supera el índice del 52% de participación de los comicios del 2002.

"Yo no voy a votar. ¿Para qué?", se pregunta un quiosquero de Rabat. Es un hombre leído e informado y su decisión no responde tanto a la desidia como a la protesta. El rey continuará controlando piezas clave como el Ministerio del Interior o el de Exteriores, controlará el Ejército y tendrá poder para designar al primer ministro.

De hecho, Driss Yetú, que ha presidido el último Gobierno, fue nombrado por el rey Mohamed VI. No era un político, sino un empresario. Hubo muchas críticas pero el poder real se impuso. Este año, el rey ha dicho que el próximo primer ministro saldrá de los partidos que obtengan la mayoría.

EL PODER EN LA SOMBRA Y ahí entra en juego Fuad Alí al Himma. Compañero de colegio del rey, amigo, confesor, viceministro del Interior y, desde hace unos días, exconsejero real y candidato al Parlamento por la circunscripción de Rhamma.

Para algunos analistas, Himma es el poder en la sombra, un parlamentario transitorio con un seguro (real) para llegar a primer ministro. Para otros, un cadáver político. Un hombre con demasiados errores.

Sin embargo, los habitantes de El Kelaa des Srghna, un lugar polvoriento y con un calor que engancha las entrañas, quieren tocar a Himma. El es el hombre del rey y con esto basta para estos campesinos olvidados por Rabat. "No puedo prometer el paraíso", dice, y ellos aplauden. Es la única esperanza. Al fin y al cabo, él ha estado cerca del rey.

Hoy los ojos están puestos en los islamistas moderados, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD). Se presentan en 94 de las 95 circunscripciones. De hecho, solo dos partidos se presentan en todas. El nacionalista Istiqlal y el socialista. Puerta a puerta, pasito a pasito, el PJD, que se declara moderado pero que defiende los principios islámicos, va ganando a las masas. Hoy todos los ojos están sobre ellos.