Londres sigue sus esfuerzos por volver a la normalidad, un mes después del atentado del 7-J que causó la muerte de 56 personas. Pese a la actitud positiva y el carácter inalterable de los londinenses, la ciudad se ha resentido. El numero de turistas ha descendido, al igual que los espectadores de teatro y las ventas en los comercios. El miedo ante la posibilidad de que se cometa un nuevo ataque terrorista han hecho que el número de pasajeros en el metro haya descendido un 20% los días de diario y hasta un 30% los fines de semana.