Alemania, que al igual que España ha escogido el relativamente pacífico norte de Afganistán para desplegar a sus 3.200 soldados, sufrió ayer uno de los peores atentados contra su contingente militar desde su llegada al país centroasiático. Nueve personas murieron --entre ellas tres soldados alemanes-- y 14 resultaron heridas, incluidos otros dos militares alemanes y su traductor, cuando un suicida hizo estallar una carga explosiva oculta bajo su chaleco en un abarrotado mercado de Kunduz.

Este ataque se produce en medio de un recrudecimiento generalizado de los combates tras el lapso invernal, con enfrentamientos que, según fuentes afganas, han causado 110 fallecidos en tan solo dos días.

El responsable provincial de seguridad, Mohamed Omar Jil, precisó que la explosión sucedió "a las 10.10 horas dos horas y media menos en España, en un momento en que los soldados alemanes realizaban compras en el bazar", toda una muestra del grado de confianza con que los militares de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) operan en Kunduz, una zona tranquila de mayoría tayika y poco sospechosa de simpatizar con los insurgentes.