Controlando el tempo del conflicto y dando la impresión de que se siente seguro de sus fuerzas, el líder de Hizbulá, Hasán Nasralá, emitió ayer un nuevo mensaje televisado coincidiendo con el regreso a Oriente Próximo de la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice. Nasralá afirmó que "Israel está listo para detener la agresión porque tiene miedo de lo desconocido", y acusó a Washington de ser "el que está presionando para que continúe la agresión". "Rice regresa para intentar imponer sus condiciones y su proyecto de un nuevo Oriente Próximo", acusó el líder de Hizbulá.

Nasralá demostró que es probablemente el único árabe capaz de sacar de sus casillas a Israel. Al tono desafiante, el líder la milicia chií añadió una nueva amenaza: disparar proyectiles contra el centro del país si Israel no detiene la guerra en el Líbano. Y todo ello cuando la comunidad internacional trabaja contrarreloj para aprobar una resolución de la ONU la próxima semana.

REUNION EN JERUSALEN Con este objetivo se reunieron anoche en Jerusalén Rice y el primer ministro israelí, Ehud Olmert. "Ha venido para presentar ideas concretas, para explicar exactamente qué tipo de fuerza internacional se desplegará en el Líbano y qué resolución habrá en la ONU", manifestó el portavoz del Gobierno israelí, Avi Pazner. "Parece que las discusiones serán difíciles, pero habrá que dar y ceder", dijo Rice --que hoy viajará a Beirut--, para añadir que confía en que el martes pueda presentarse a grandes rasgos el plan para lograr el alto el fuego.

De la parte libanesa, la postura oficial se clarificó ayer tras el acuerdo al que llegaron de madrugada el primer ministro, Fuad Siniora, y representantes de Hizbulá. El pacto prevé un alto el fuego inmediato, un intercambio de prisioneros entre los dos países, el despliegue y fortalecimiento del Ejército libanés en el sur y la expansión de las fuerzas de la ONU en esa parte del país. El plan libanés también reclama el regreso de los desplazados, entablar negociaciones sobre las granjas de Sheba (ocupadas por Israel y pertenecientes a Siria) y que el Estado hebreo entregue el mapa de los campos de minas en territorio libanés.

"UN PASO POSITIVO" Con este acuerdo --"un paso positivo", según Rice-- , la guerrilla chií no dice específicamente que se desarmará, pero acepta los acuerdos de Taef, que establecen su desarme y la salida del sur del Líbano. Las reservas más importantes de Hizbulá se refieren a la fuerza internacional, ya que no quiere que sea "robusta". Al contrario que Israel, que exigía un contingente poderoso y el desarme de Hizbulá. Sin embargo, en lo que puede ser el inicio de un cambio en su postura, fuentes anónimas del Gobierno israelí declararon ayer a Reuters que "Israel no pide desarmar a Hizbulá ahora, el desarme no será parte del mandato de la misión internacional". Según esta fuente, Tel-Aviv se conformaría con que las tropas mantuvieran a Hizbulá lejos de su frontera.

Una zona en la que las tropas terrestres israelís abandonaron ayer la localidad de Bint Yebeil. En el ámbito humanitario, el Estado hebreo rechazó la petición del coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU, Jan Egeland, de una tregua de 72 horas para evacuar a la población civil y a los heridos y hacer llegar ayuda al sur del Líbano. "No hay necesidad de un alto el fuego temporal porque Israel ha abierto pasillos humanitarios", dijo el portavoz Pazner. Varias agencias humanitarias han acusado a Israel de permitir la llegada de ayuda pero no de garantizar una salida segura a los civiles atrapados por las hostilidades.