Hay algo peor que haber sido un niño soldado, arrancado a la familia, en muchos casos convertido en drogadicto, y adiestrado para matar, saquear y violar? Sí, haber sido una niña soldado. Las niñas son, en efecto, las grandes olvidadas de los programas de desmovilización que se han logrado poner en marcha, principalmente en Africa. Sin embargo, ellas constituyen hasta el 40% de ciertos grupos de jóvenes combatientes.

En ocasiones luchadoras, a menudo esclavas sexuales y sistemáticamente criadas explotadas, su problemática es más difícil de acotar. No solamente han tenido que matar, sino que han sido violadas por sus superiores, y han tenido que abortar o bien criar un hijo no deseado y rápidamente abandonado por su padre. China Keitetsi cuenta todo ello, la rabia y la náusea, en un libro de título elocuente, Mi vida de niña soldado: me quitaron a mi madre y me dieron un fusil .

"La vergüenza y el deshonor que padecen estas chicas son la principal causa de que la mayoría de ellas no se hayan presentado para la identificación y la verificación que les habrían permitido acceder a los servicios del programa nacional de reinserción", explicó ayer el ministro de Asuntos Exteriores de la República Democrática del Congo (RDC), Raymond Ramazani Baya, en un mensaje transmitido a la conferencia.

"MANCHADAS" Muy a menudo, las muchachas son repudiadas por su comunidad de origen por haber alumbrado al hijo de un jefe enemigo. "¿Cómo hacer aceptar los hijos del enemigo? Es muy difícil, y lo mismo ocurre con sus madres. Están manchadas para siempre", dice con inquietud Kristin Barstad, del Comité Internacional de la Cruz Roja. El resultado es que las chicas evitan todos los dispositivos de censo. "Se produce una especie de síndrome de Estocolmo: las muchachas quedan atadas a los padres de sus hijos porque no les queda otra opción", resume el general Babacar Gaye, comandante de las fuerzas de la Misión de la ONU en la República Democrática del Congo, uno de los países en los que el reclutamiento de niños soldado ha sido más importante y donde la violación se convirtió en un arma de guerra de uso sistemático.

NECESIDADES En la conferencia de París, numerosos participantes han insistido en la necesidad de programas específicos para las niñas. "Ellas son las peor tratadas en los grupos armados y las más difíciles de reinsertar", subraya Liliane André, de la oenegé Terre des Hommes. Los principios de París que deberá adoptar la conferencia insistirán en que las jóvenes "no pertenecen a la misma categoría de niños soldado que los chicos".

La conferencia también se incidirá en "las necesidades específicas de las niñas", en especial "la presencia a lo largo de todo el proceso de reinserción de empleadas de sexo femenino, un alojamiento seguro y privado, la atención nutricional y sanitaria de los bebés" y "medios de educación" adaptados.

G Libération