El Gobierno de Nueva Zelanda prolongó hoy el toque de queda por otra noche en la ciudad de Christchurch tras el terremoto de 7 grados en la escala abierta de Richter, que causó un muerto, decenas de heridos e importantes daños materiales. Más de 500 edificios comerciales fueron destruidos y al menos un 20 por ciento de las viviendas quedaron inhabitables por el fuerte seísmo que el sábado de madrugada sacudió el sur del país y sobre todo Christchurch, la segunda mayor ciudad del país, habitada unas 380.000 personas y situada en la costa oriental de la isla sur.

El toque de queda, declarado para garantizar la seguridad ciudadana en las zonas más afectadas y prevenir los actos de pillaje, rige desde las 19.00 horas hasta la 07.00 horas, indicaron las autoridades en un comunicado. La pasada noche, la Policía detuvo a varias personas que intentaron traspasar la zona acordonada del distrito comercial, al parecer con la intención de robar en comercios.

Los equipos de emergencia indicaron que han conseguido reparar la mayor parte de la red de suministro de agua y electricidad, pero cientos de damnificados están alojados en centros de acogida tras perder sus hogares por derrumbe o daños. Según el balance oficial, una persona murió de un ataque al corazón y decenas resultaron heridas, dos de gravedad, por el violento temblor, que derrumbó fachadas enteras de edificios y produjo grandes fracturas en el pavimento de las calles.

De acuerdo con las estimaciones preliminares, el terremoto causó daños por valor de 2.000 millones de dólares neozelandeses (unos 1.400 millones de dólares o 1.100 millones de euros). El primer ministro de Nueva Zelanda, John Key, dijo a la prensa que los equipos de emergencia tardarán al menos un año en reconstruir las zonas de Christchurch afectadas por el seísmo.

Key, que se desplazó a la zona a las pocas horas del terremoto, calificó de "milagro" que nadie haya perecido aplastado por las fachadas derruidas. "Es como si hubieran metido algunas partes de la ciudad en una centrifugadora a toda revolución; he llegado a ver una iglesia partida por la mitad", explicó el jefe del Gobierno a las televisiones locales.

Inicialmente, el Servicio Geológico de Estados Unidos elevó la fuerza del temblor a 7,4 grados, pero luego corrigió sus mediciones a 7,2 grados y, finalmente, la fijó en 7 grados en la escala Richter. Las autoridades, que el sábado declararon el estado de emergencia, temen que la situación empeore en las próximas horas debido a las réplicas, que serán de unos 6 grados, y a que al sur de nueva Zelanda se aproxima una tormenta.

El temblor también afecto a otras localidades y zonas rurales de la región de Canterbury que registraron daños en edificios y cortes en el suministro de agua y electricidad. En Nueva Zelanda, que se asienta en la falla entre las placas tectónicas del Pacífico y Oceanía, se registran cerca de 14.000 terremotos cada año, la gran mayoría de poca intensidad, aunque entre 100 y 150 tienen la suficiente fuerza cómo para ser percibidos.

Según los expertos, las técnicas de construcción de edificios a prueba de seísmos, ha contribuido a aminorar los daños. "Odio decirlo, pero ha tenido que ocurrir un desastre ecológico para fomentar la actividad económica. La crisis ha golpeado duro en Nueva Zelanda y la mayoría de los proyectos han tenido lugar en la isla norte", afirmó Ollie Turner, gerente de la Federación de Constructores para la zona sur.