Pocas veces 13.000 kilómetros han parecido menos. Sobre un mapa, es la distancia que ha recorrido el presidente de EEUU, Barack Obama, entre Washington y Bombay, primera parada de su gira por Asia que le llevará también a Indonesia, Corea del Sur y Japón. En términos políticos, sin embargo, el mandatario no ha dejado su país, al que intenta dirigir el principal mensaje de este viaje.

Su foco --sea negociando en la cumbre del G-20 en Seúl, reuniéndose en esta ciudad con su homólogo chino para presionar sobre la manipulación del yuan u ofreciendo como ayer en la India discursos ante empresarios y políticos-- es asegurar a la ciudadanía de su país que la reactivación de la maltrecha economía nacional y, sobre todo, la creación de empleo, son la prioridad. Obama se ha llevado en su equipaje la carga de las elecciones del martes, unos comicios que han dado la mayoría en la Cámara Baja a los republicanos.

VENTAJAS FISCALES Obama dedicó ayer el tradicional discurso de los sábados, que dejó grabado antes de viajar, a los impuestos y a las ventajas fiscales que dio su antecesor, George Bush, y que si el Congreso no actúa a tiempo expirarán el 1 de enero. Obama insistió en extender los recortes al 98% de la población pero apuntó también al coste que tendría mantenerlos para el 2% de las rentas más altas (como proponen los republicanos).

Ya en la India, las cuestiones económicas centraron su jornada que incluyó también un homenaje a las 170 víctimas mortales de los ataques terroristas del 2008 en el Taj Mahal, el mismo hotel donde él, su mujer y su comitiva se alojan en Bombay.

Obama apostó en reuniones con empresarios indios y de EEUU por reforzar las relaciones comerciales bilaterales y por un cambio de políticas que, por ejemplo, acabase con las limitaciones de EEUU a exportaciones a la India de tecnologías "sensibles" con usos en industrias civiles y de Defensa.

TENDER PUENTES La gira asiática permite a Obama reconstruir puentes con la comunidad empresarial, que le ha colgado la etiqueta de presidente antinegocios desde que llegó al Despacho Oval. Un grupo de 200 directivos estadounidenses acompaña a Obama en este viaje y uno de los más destacados, Jeffrey Immelt, que desde lo más alto del Consejo de Administración de General Electric ha sido hasta ahora crítico con Obama, alababa ayer la misión "sin precedentes".

Esos empresarios y los indios pisan el acelerador para cerrar 20 acuerdos valorados en 10.000 millones de dólares y que, según los estadounidenses, servirán para crear 50.000 puestos de trabajo en EEUU. Para el sector privado son acuerdos importantes; para el presidente, tras el castigo en las urnas, vitales.