Mahmud Ahmadineyad ha vuelto a lograrlo. Con su provocador discurso del jueves ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el que barajó la teoría de que los ataques del 11-S fueran orquestados por EEUU para salvar su economía y "ayudar al régimen sionista", el presidente iraní ha vuelto a acaparar la atención mundial, forzando a líderes como el presidente estadounidense, Barack Obama, a denunciar sus palabras.

Ayer, en una entrevista en la BBC, Obama definió el discurso de Ahmadineyad como "ofensivo" y "lleno de odio", y un "desafío no solo al sentido común, sino al sentido de decencia que comparte todo el mundo". "En particular --denunció-- es inexcusable que hiciera esa declaración en Manhattan, solo un poco al norte de la zona cero, donde familias perdieron a sus seres queridos, gente de todas las fes y etnias que ven lo ocurrido como la tragedia definitiva de esta generación". Las críticas fueron una constante ayer. Llegaron de boca del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y del viceprimer ministro británico, Nick Clegg, que en su primera intervención ante la Asamblea General protestó porque "otra vez un asunto de grave preocupación mundial ha quedado ensombrecido por los pronunciamientos ofensivos y que buscan atención de Ahmadineyad. Sus palabras --continuó-- pretendían desviar la atención de las obligaciones de Irán y generar titulares en los medios, y no merecen lograr ninguna de las dos cosas".

Coinciden con Clegg los estudiosos de la política interior iraní, que interpretan la provocación como una estratagema. Están convencidos de que Ahmadineyad intentaba enviar un mensaje a los sectores más conservadores del Parlamento iraní, que van retirando poco a poco su apoyo al presidente y temen que esté preparando acercarse a EEUU. Esa doble cara de la estrategia de Ahmadineyad cobraba forma ayer mismo, cuando en una rueda de prensa con corresponsales de la ONU anunciaba estar listo para sentarse a dialogar sobre su programa nuclear, "posiblemente en octubre", con el grupo que integran EEUU, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania. "La puerta está abierta a conversaciones y negociaciones".