Mientras el Gobierno de Sri Lanka y la guerrilla tamil se acusan mutuamente de la matanza de 380 civiles, entre ellos 100 niños, este fin de semana en el noreste del país, la ONU ha denunciado la envergadura de la masacre al calificarla de "baño de sangre". Pese a la dificultad para saber lo que está ocurriendo a ciencia cierta en la zona de batalla, ya que está prohibida la presencia de observadores, fuentes de oenegés aseguran que el único bando con capacidad para bombardear desde el aire es el Gobierno.

El Ejército de Sri Lanka lanzó hace unas semanas la "ofensiva final" sobre el último reducto de la guerrilla de los Tigres Tamiles --cuyo objetivo es la creación de un estado independiente tamil en el noreste de la isla-- y en estos últimos días ha recrudecido los ataques en dos áreas de cuatro kilómetros cuadrados bajo control de la guerrilla, Mullivaaykaal y Vadduvaakal.

La ONU cuantifica entre 50.000 y 100.000 los civiles que se hacinan en la franja costera del noreste del país escenario del conflicto, y el Gobierno reduce esa cifra a entre 15.000 y 20.000 personas.

Las autoridades de Sri Lanka acusan a los Tigres Tamiles de matar a los civiles para forzar una intervención de la comunidad internacional.