El bloqueo fronterizo impuesto por Israel sobre la franja de Gaza alcanzó ayer un nuevo punto de inflexión. Por primera vez en más de tres años, la agencia de la ONU para la ayuda a los refugiados palestinos se vio obligada a interrumpir la distribución de alimentos por falta de combustible para repartirlos. Al menos unas 650.000 personas, casi la mitad de la población, depende de la harina, aceite, legumbres y pollo de la ONU.

El cuadro en la franja es aterrador. Montañas de basura se acumulan en las calles. Un 20% de las ambulancias están paradas sin gasolina. Los hospitales bordean el colapso. Los cortes de luz son constantes y el agua corriente llega a las casas racionada.