Muy pocas personas pueden presumir de que su trabajo sirva para serenar a uno de los países más violentos del planeta: Guatemala. Sus 13 millones de habitantes han hecho de la muerte violenta su moneda de cambio. Al fin y al cabo, saben que su vida solo vale 20 dólares, lo que cobra un pandillero por descerrajar un tiro con la pistola que ha comprado a plazos. En el 2009 se perpetraron 6.451 asesinatos y los jueces solo dictaron 231 sentencias. Sin embargo, una de estas muertes ha sido resuelta en un tiempo récord, ocho meses. El fallecimiento del abogado Rodrigo Rosenberg puso en peligro la gobernabilidad del país. El letrado acusó, en un vídeo que se difundió mientras se celebraba su funeral, al presidente, Alvaro Colom, de ser el responsable de su muerte.

Ante este "terremoto político", un fiscal español, Carlos Castresana, responsable de la comisión internacional contra la impunidad en Guatemala, ofreció su equipo integrado por funcionarios de 11 países diferentes para esclarecer este fallecimiento. Rosenberg era uno de los abogados más respetados en un país de escépticos y descreídos.

Tiros mortales

El letrado recibió varios tiros mortales el 10 de mayo del 2009 cuando paseaba en bici. Dos días después salió a la luz una grabación en la que el abogado decía: "Lamentablemente, si en estos momentos está viendo u oyendo este mensaje es porque fui asesinado". La verdad era otra.

El equipo de Castresana ha logrado demostrar que el abogado organizó su propia muerte. El fallecimiento de su madre, su segundo divorcio, la separación de sus hijos y el asesinato de su novia, Marjorie Musi, y del padre de esta, Khalil, en abril del 2009 le trastornaron hasta el punto de que ideó su propia muerte e hizo realidad el viejo dicho de morir matando.

Al letrado no le costó nada convencer a sus primos Francisco José y José Estuardo Valdés de que estaba recibiendo amenazas de muerte. Por eso, sus familiares no dudaron en buscar a un sicario para acabar con la amenaza. Nadie sabía que la víctima iba a ser Rosenberg, salvo él mismo. El equipo que dirige Castresana tuvo la primera prueba un mes después de su fallecimiento, tras descubrir que el abogado había adquirido dos móviles y que uno de ellos lo usaba para amenazarse a sí mismo. Sin embargo, este dato no era suficiente para dictar sentencia. Por ello, el fiscal español empleó otros siete meses en apuntalar esta verdad. Más de 50 pruebas científicas incuestionables y cientos de testimonios son el resultado de esta ejemplar investigación. "Todo está muy atado", explica Castresana a este diario. En su opinión, el informe, que presentó en rueda de prensa a principios de enero, "es lo suficientemente sólido como para devolver el sosiego" a este país.

A pesar de este éxito, es consciente de la dificultad de su trabajo. "Personalmente, es una de las experiencias más duras y difíciles de mi vida, pero desde el punto de vista profesional es la más importante de mi carrera", afirma. No es fácil acostumbrarse al hecho de que cualquiera puede morir en un autobús ante la indiferencia del resto de los pasajeros y la inoperancia de la justicia.

Castresana llegó a Guatemala hace dos años y desde entonces ha logrado la destitución de 1.700 policías corruptos y el cese del fiscal general y de otros 10 fiscales especiales. También ha frenado el nombramiento de cinco jueces en la Corte Suprema. Ahora forma a la nueva judicatura y a la policía. Los candidatos tienen que pasar la prueba del polígrafo y controles de confianza para comprobar que han resistido la tentación y pueden seguir trabajando en un entorno hostil.

Los índices de mortalidad de Guatemala son superiores a los que se viven en países en situación de guerra. En México mueren asesinados 11 de cada 100.000 habitantes y en Medellín la cifra máxima que se alcanzó en la época de los cárteles de la droga fue de 46 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Guatemala duplica esta cifra, a la que hay que añadir la muerte violenta de mujeres. "Matan a 30 mujeres por cada una que se mata en España", explica Castresana. Además, un 49% de los niños están desnutridos.

Nueva misión

El fiscal permanecerá en este país hasta septiembre del 2011. Ya se ha acostumbrado a vivir rodeado de escoltas y mantener una vida de monje, al igual que sus funcionarios.

Sin embargo, el esfuerzo le merece la pena, sobre todo cuando su trabajo empieza a ser reconocido en la calle. Ahora su cuerpo de seguridad tiene una nueva misión: son muchos los que se le acercan para agradecerle el esclarecimiento del caso Rosenberg.

Castresana, (Madrid, 1957) ha sido un pionero en casos perdidos. Facilitó la detención del dictador Augusto Pinochet en Londres en 1998, persiguió la corrupción en Marbella, fue implacable con los desmanes de Jesús Gil en el Atlético de Madrid, y quiso sentar en el banquillo a Silvio Berlusoni, en el caso Telecinco.

"La defensa de los derechos humanos se logra si te pones siempre al lado de las víctimas", sentencia Castresana, quien tiene muy claro que para desarrollar un trabajo como el suyo lo mejor es "no tener agenda política". Solo así "puedes cambiar un país", afirma.