La primera batalla por la liberación del aeropuerto internacional de Bangkok acabó con la derrota humillante de la policía tailandesa. La revuelta antigubernamental hizo retroceder a las fuerzas de seguridad, muy inferiores en número, lo que evidencia la precariedad del Ejecutivo del primer ministro, Somchai Wongsawat, incapaz de hacer valer los sucesivos estados de excepción dictados. Con el Ejército sordo a sus órdenes, la policía no puede controlar a los manifestantes.

Los enfrentamientos se produjeron en los aledaños del aeropuerto de Suvarnabhumi, tomado por los manifestantes. Unos 150 agentes antidisturbios tuvieron ayer que abandonar un puesto de control levantado para evitar una mayor afluencia de manifestantes tras ser atacados por cientos de hombres armados con palos de golf y barras de hierro. Otro punto de control había sido levantado poco antes tras la visita de 2.000 manifestantes que ni siquiera hubieron de utilizar la violencia para provocar la huida policial. Los participantes en la protesta llegaron a detener a un mando de las fuerzas de seguridad, según la prensa local. En Don Muang, el segundo aeropuerto de Bangkok también tomado, casi lincharon a una sargento policial que intentó traspasar las barricadas de la opositora APD.

Poco después, una treintena de manifestantes antigubernamentales resultaron heridos tras la explosión de una bomba durante una protesta en un mercado de Bangkok, según Reuters.

VIA DIALOGADA A pesar de la beligerancia de los alborotadores, el Gobierno legítimo de Tailandia apuesta por el diálogo e invita a la prensa y a las organizaciones de derechos humanos a fiscalizar el proceso. "Vamos a dar un segundo aviso a los manifestantes para que abandonen los dos aeropuertos. El lenguaje será más duro", explicó un portavoz policial.